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Un tributo a los secuestrados

Ingrid Betancourt recibe el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en homenaje a «los que están privados de libertad por defender los Derechos Humanos»

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Ingrid Betancourt, la ex candidata presidencial colombiana liberada hace apenas dos meses en la selva de las garras de las FARC, personifica a todos aquellos a los que la violencia arrebata su libertad y, como tal, es acreedora del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2008. Premiándola a ella se homenajea a «todos aquellos que en el mundo están privados de libertad por la defensa de los Derechos Humanos y la lucha contra la violencia terrorista, la corrupción y el narcotráfico», según el jurado presidido por el jefe del Gobierno asturiano, Vicente Álvarez Areces.

El fallo, hecho público ayer, destaca «la fortaleza, dignidad y valentía» con las que Ingrid Betancourt (Bogotá, 1961) se enfrentó a seis años de cautiverio. Además, «quiere solidarizarse con todas aquellas personas que padecen las mismas dramáticas e inadmisibles condiciones que ella ha sufrido, así como con aquellos gobiernos que, al igual que el Gobierno de Colombia, trabajan por la consolidación del sistema democrático y las libertades cívicas».

Tras difundirse el fallo, la galardonada hizo llegar a la Fundación de los Premios un comunicado con su gratitud e «inmensa emoción» ante la noticia. La distinción supone «un feliz presagio para quien sí la merece, mi amada patria, Colombia, sedienta de concordia y paz». Instantes después, la ex candidata presidencial se confesó abrumada por el premio en una entrevista en Punto Radio. «No he hecho nada para merecer tanto. Siento una inmensa responsabilidad y una necesidad de enorme de actuar para volverme merecedora de todo esto», aseguró.

Betancourt anunció también que en octubre acudirá a la ceremonia de entrega en Oviedo «en nombre» de sus compañeros secuestrados, «aquellos que están esperando su turno para la libertad, y con mucho amor, en nombre de mis compañeros que no volverán, aquellos que murieron en la selva». Entre estos últimos cita a Guillermo Gaviria, Gilberto Echevarri, los once diputados del Valle del Cauca asesinados en el año pasado por la guerrilla y el mayor Guevara. Su aspiración es ser «la voz de los que no pueden expresarse» y que el premio alivie la tristeza de las familias de los secuestrados y los rehenes fallecidos «como reconocimiento a su gran sacrificio».

Con los secuestrados

Betancourt agradeció a España el galardón y también la cercanía demostrada en estos años hacia la causa de los secuestrados por la guerrilla en Colombia. «Sé que España ha estado con nosotros en los momentos de terrible dolor y en momentos como éste, de extraordinaria alegría», añade.

Su candidatura se impuso finalmente -de forma muy apretada, según fuentes del jurado- a la del misionero jesuita en Camboya, Kike Figaredo. Impresiona la larga lista de personalidades que habían expresado su apoyo a la candidatura de la política colombiana. Entre ellas destacan el Premio Nobel de la Paz 2006, Muhammad Yunus, Umberto Eco, Woody Allen, Javier Pérez de Cuéllar, Jacques Delors o el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos.

Ingrid Betancourt es hija del ex ministro de Educación Gabriel Betancourt y de la ex congresista y ex embajadora de Colombia en Guatemala Yolanda Pulecio. Tiene, además de colombiana, la nacionalidad francesa, ya que residió en Francia, donde se casó con un diplomático galo. Regresó a Colombia en 1990 y se presentó a las elecciones presidenciales en 2002, año en el que fue secuestrada por las FARC junto a su directora de campaña, Clara Rojas, liberada el 10 de enero pasado. Posteriormente, el 2 de julio, el ejército de Colombia consiguió rescatar a Betancourt en una espectacular operación.

Hasta entonces, la ex candidata presidencial había vivido uno de los cautiverios más dramáticos que se recuerdan. Fiel a su carácter rebelde y combativo, Betancourt intentó escapar en varias ocasiones y fue duramente castigada por ello. Los guerrilleros optaron por encadenarla hasta que consiguieron resquebrajar su fortaleza psicológica. En aquellos momentos se difundieron unas fotografías que provocaron un enorme impacto en las que aparecía extremadamente delgada y que dieron el impulso definitivo a los esfuerzos para su liberación.