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Emociones y objetividad
Actualizado: GuardarNo descubrió su verdadera vocación hasta haber cumplido los 40. Álvarez, de padre asturiano y madre salmantina, nació en La Habana en marzo de 1919. De él se puede decir que ha hecho casi de todo. De adolescente intentó aprender linotipia y ser cajista pero la cosa no cuajó y con 19 años partió a Estados Unidos. Entre sus profesiones están la de “minero, fregador de platos, corrector de pruebas, pulidor de metales y por último –antes de que intentaran reclutarme para su ejército-, vendedor de ropa interior de mujeres”, como él mismo confesó.
Después de su periplo por tierras extranjeras, Santiago Álvarez regresa a Cuba y comienza su relación con el cine al ingresar en la emisora CMQ. Es ahí cuando se percata de las posibilidades que los medios audiovisuales pueden reportarle para expresar sus sentimientos, “para ver reflejada mi emotividad”.
Sin embargo, este tinte emocional que baña sus documentales no fue muy bien visto por todo los entendidos en un principio. Si bien un documental está concebido por la mayoría como un reflejo objetivo de la realidad, a Santiago Álvarez, el montaje de imágenes y música, de asociaciones íntimas, le convirtió en uno de los grandes a nivel internacional.
Dicho reconocimiento llegó de la mano de ‘Ciclón’. La grabación recoge una de las catástrofes naturales más devastadoras de la isla, el huracán Flora de 1963, que arrasó las zonas orientales del país, y en ella se trasmite, en ocasiones de manera agobiante, los efectos nefastos en su población. Para lograrlo, una voz en off comienza describiendo los logros de un país, intercalados con imágenes del lugar antes del paso del ciclón. De esta manera, Álvarez sitúa al espectador en un plano emocional que irá variando con la incorporación de secuencias, cada vez peores, de las consecuencias del desastre natural.
A partir de este momento, su alarde de imaginación impregnó sus trabajos. La sátira, la ausencia de ruido acompañando a las imágenes, la utilización de materiales antiguos, el mestizaje de técnicas… le ayudaron a configurar una nueva manera de ver los documentales. Fruto de este esfuerzo son ‘Cerro Pelado’, ‘Hanoi martes 13’ o ‘L. B. J.’. No obstante, la carrera de este director tardío fue extensa, tanto que en ella se pueden distinguir dos etapas, la primera más brillante que la segunda. Los expertos le achacan falta de síntesis, de agudeza y sobre todo, de innovación.
Serán las generaciones venideras quienes se encarguen de juzgar dichas apreciaciones. Hoy por hoy, lo que queda patente es la ingente aportación de este artista a una rama del cine en ocasiones incómoda, dura, en la que los efectos especiales no tienen cabida y en la que, por suerte o por desgracia, lo único que engancha al espectador es la realidad.
Hoy se proyecta en el Teatro Falla 'Hanoi, Martes 13', un documental sobre la guerra de Vietnam, dirigido por el artista cubano