Un viaje y tres caminos
Chema Alvargonzález, Jesús Palomino y Jacobo Castellano investigan con sus creaciones en la muestra 'Viajeros. Condiciones de trabajo' en el Museo de Cádiz
Actualizado:Mismo punto de partida y el mismo también de llegada. Y todo lo demás diferente en los tres viajes que plantean tres artistas por la geografía nebulosa de la creatividad. Una meta, múltiples senderos. Ese parece ser el teorema más claro que plantea al visitante la muestra Condiciones de trabajo. Viajeros, que abrió ayer sus puertas en el Museo de Cádiz como un interrogante enorme sobre el análisis de la creación artística y que permanecerá abierta hasta el 11 de octubre en la plaza Mina.
Uno de los mochileros creativos que han trabajado el espacio del Museo Provincial y la Casa Pemán -las obras evolucionan a caballo entre los dos espacios- es el consagrado Chema Alvargonzález (Jerez, 1960), que propone un sugerente juego de la memoria en Baile de una oscuridad. El que baila, es el jerezano Antonio El Pipa, radiante por el Premio Nacional de Flamenco de la Cátedra de Flamencología de Jerez. Su baile es uno de los dos pilares de la creación dentro de los espacios que crea Alvargonzález en seis grandes pantallas enfrentadas entre las que fluye un montaje casi onírico sobre los espacios que unen al creador con la tierra en la que vive.
El Pipa se mueve entre y con estatuas romanas, bajo las antenas de las azoteas, junto a la serenidad batiente del mar sobre una roca, sobre el amarillo de un campo de trigo. «Está planteado desde un punto de vista intelectual, casi de necesidad. Todos los elementos que me unen a Cádiz, a Jerez, a la provincia, aparecen en ese trabajo», explicaba ayer Alvargonzález. El Pipa, sorprendido por el resultado, resaltaba la «aventura» de «dejar de dirigir para ser dirigido» en esta videocreación con un bucle de sesenta minutos.
En el acantilado
Jesús Palomino también plantea el camino del vídeo para su obra de Viajeros e igualmente lo hace desde un prisma autobiográfico. En junio de 2007 viajó a la isla de Inis Mór, en Irlanda y tuvo «un flash» cuando imaginó a uno de sus mejores amigos hablando sobre el mundo del trabajo sentado en el acantilado de D´n Aengus a cien metros sobre el mar. Dicho y hecho. Hasta allí mismo llevó a varios de sus amigos -artistas, psicólogos, cineastas, etc.- para responder a un cuestionario sobre el trabajo, su concepto y la alienación que a veces supone. Eso es lo que se puede ver en una de las pantallas, mientras que en la otra fluyen imágenes del viaje, filmado por la cineasta Kirsten Scully.
El lazo más hermético con la espina dorsal de la muestra lo intenta Jacobo Castellano, que retrata en Cuadrilátero / Nada que decir su idea sobre los cuerpos de los habitantes de Pompeya abrasados súbitamente por las cenizas del Vesubio. El resultado es un ring con una instalación en su interior.
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