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CRÍTICA DE TV

Melancolía

Parece el título idóneo para cualquier mirada posveraniega. Pero realmente es el título de una película estrenada -eso sí, en los primeros días de septiembre- en la Mostra Internacional de Arte Cinematográfico de Venecia. Hay muchas cosas singulares en torno a esta obra del director filipino Lav Diaz, que consiguió alzarse con el premio de la sección Horizontes, donde se ubican las producciones más singulares o más raras del festival. Pero sin duda lo más significativo a primera vista es lo que en la jerga televisiva denominamos el formato. Melancolía tiene una duración de 450 minutos, frente a los habituales 90 de cualquier película al uso. En Venecia se ha proyectado dividida en tres partes para aliviarnos de las siete horas largas de duración. Confieso que no vi la película completa, pero lo que vi me cautivó. Grandes encuadres en blanco y negro, con la cámara quieta presenciando la acción, sin la manipulación del montaje, como volviendo a un cine a lo lumiére en el que el ojo cinematográfico está más cerca del ojo humano que de la gramática desarrollada por el cine.

JAVIER M. DOMÍNGUEZ
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Enseguida pensé si habrá una televisión que emita la obra de Diaz. La respuesta parece evidente. Este formato no entra en los cálculos de emisión. Y al mismo tiempo pensé que ésta no es sino una formula del trabajo sobre lo real al que tantas horas dedica hoy en día el tubo: realities interminables sobre acciones cotidianas con la cámara como testigo. La relación hermano grande-hermana chica entre cine y televisión es como en la vida personal de amor y odio, pero con flujos y trasvases continuos. La televisión apuesta cada vez más por la gramática de las emociones que le ha comunicado el cine y nos arrolla como series de ficción de base fílmica. Y ahora el cine como éste, sin ser documental, parece tomar una aproximación o un hurto del mundo de lo real en el que la televisión, con sus transmisiones en directo y sus noticias, parecía reinar. Quizá hemos superado ya la división entre medios y hasta entre géneros, y lo único que diferencia un producto de otro sea el formato. Melancolías de lo que era cine y lo que era televisión.