Cartas

¿Genocidas en declive?

Las muy recientes resoluciones judiciales en diferentes lugares del mundo contra criminales convictos de lesa humanida albergan la fundada esperanza, sustentada en unas leyes internacionales de obligado cumplimiento, de que los tiranos sanguinarios den cuenta de sus miserables comportamientos, por muy placenteros exilios dorados de los que disfruten, y no puedan sosegadamente morir en sus camas tras ambiguas e imaginarias enfermedades, eximidos de la condena que les corresponde por los atroces genocidios infligidos con absoluta impunidad.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

¿Ya está bien de que los ruines responsables de la tortura y de la muerte de millones de ciudadanos, a través de horrendas limpiezas étnicas, de insidiosas represiones por pensar de manera diferente, de pisotear todo tipo de declaraciones de los más inalienables derechos humanos durante décadas, campen a sus anchas en la ilegalidad! Un mundo verdaderamente civilizado no puede permanecer de brazos cruzados ante quienes implantan la muerte, la iniquidad y el terror y que, posteriormente, hacen alardes execrables y celebran sus delitos!

Los esenciales y nobilísimos deseos de justicia y paz de los pueblos no deben quedarse sólo en inviables anhelos ocasionales, sino que el don preciado de la libertad al que todo ser humano tiene innato derecho no puede estar sometido jamás a la sectaria voluntad de ningún tirano que, por abyecta indignidad, quiera segar o vulnerar la legalidad consagrada en sucesivos acuerdos o convenios universales.

Los genocidas o criminales de lesa humanidad, han de tener un solo destino: ser sometidos al implacable imperio de la Ley, sin que ningún tipo de subterfugio les hagan irse de rositas, inmunes para oprobio de las innumerables víctimas de envilecedores y sangrientos desafueros. La lógica sensibilidad de todo ser humano de bien debe noblemente imponerse.

En el 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos del hombre, sean bien recibidas las recientes resoluciones judiciales, en especial para quienes aún hoy carecen de lo más perentorio.

Alfonso Aguirre Cabezas. Puerto Real