Cuba teme el regreso de 'Ike' La Habana se atrinchera ante la llegada del ciclón
Castro llama al país a mantener una «alarma de combate» ante la reentrada del huracán Los ciudadanos apuntalan tejados y ventanas, arrasan los supermercados y se ponen a resguardo aterrados
Actualizado: GuardarLa situación que vive Cuba en las últimas semanas la ha definido Fidel Castro en su última reflexión: «Asediados por los huracanes». Está en lo cierto. El «poderoso y «extremadamente peligroso huracán Ike», como lo define el comandante, ha causado estragos a su paso por las provincias orientales y en las últimas horas vuelve a amenazar a la Isla de la Juventud y a Pinar del Río, muy devastadas tras el reciente Gustav y en pleno proceso de recuperación. Prácticamente todo el país está en situación de alarma.
Lluvias intensas que han provocado caudales de 20 centímetros de media por las calles, postes y árboles caídos sobre cables eléctricos, tendidos telefónicos que han dejado incomunicadas a muchas poblaciones y viviendas total o parcialmente destruidas retratan el panorama que deja Ike a su paso por Cuba.
Sobre las 22.00 horas del domingo -4.00 horas en España-, su ojo tocó tierra cerca de Punta Lucrecia, la costa norte de la provincia de Holguín. Con una categoría 3 en la escala Saffir-Simpson, el ciclón tuvo vientos que soplaron a 195 kilómetros por hora, aunque hubo rachas de 265. Tras desplazarse a 22 kilómetros por hora en dirección oeste se degradó a categoría 2, casi categoría 1, con vientos de 111 kilómetros por hora pasó por Las Tunas y Camagüey.
Pero la situación podría complicarse aún más en las próximas horas porque, según el jefe del servicio de meteorología cubano, José Rubiera, parece que Ike volverá a salir a las cálidas aguas del Caribe. La temperatura de 32 grados del agua marina intensificará el fenómeno, que volvería a entrar en tierra por el sur occidental hacia Pinar del Río o la provincia de La Habana.
Encerrados
«Esto no se acaba. Estamos encerrados y no quiero ni curiosear fuera, pero los ruidos son terribles». Era el resumen que hacía ayer a un familiar habanero un residente en la capital holguinera. La falta de fluido eléctrico junto a la oscuridad de la noche aumentaba la tensión. La prensa local, que transmite por teléfono, aseguró que en Holguín se han registrado «fuertes daños en viviendas y otras edificaciones».
Los efectos de Ike se sintieron también en Guantánamo, la provincia más oriental de la isla larga y estrecha. Olas de cinco metros que penetraron casi un kilometro tierra adentro sorprendieron a Baracoa, donde los daños materiales son incalculables. Y lo serán más tras el nuevo paso previsto de Ike.
«Toda la nación está en lo que en guerra se llama alarma de combate», advirtió Fidel Castro en su último escrito. Aunque volvió a reconocer la falta de alimentos, el líder de la revolución agradeció «a los amigos que son muchos». Citó expresamente a los «aviones rusos y de otros países que llegaron rápido». Luego mencionó la ayuda «de Timor Este, Vietnam, China y otros». España entró en la categoría de esos «otros», aunque un avión enviado por el Gobierno de Madrid aterrizó el viernes con ayuda de emergencia. Caritas y otras organizaciones internacionales preparan más envíos.
El Gobierno cubano rechazó, en cambio, la oferta de Estados Unidos de enviar una comisión de evaluación de daños. Una declaración del Ministerio de Asuntos Exteriores dijo que la mejor forma de contribuir sería suprimir las restricciones impuestas por el bloqueo.
Más de millón de personas han sido evacuadas hasta el momento. En Varadero, 13.000 turistas -entre ellos, más de 3.000 cubanos- fueron trasladados a lugares seguros. Igual pasó en las instalaciones turísticas de los numerosos cayos del norte. Esas medidas preventivas evitan la pérdida de vidas humanas y tras el paso de Fay, Gustav, Hanna y Ike sólo se ha registrado una veintena de heridos leves, mientras que en Haití suman cerca de ochocientos muertos. Ike, el último huracán en hacer acto de presencia, mató a 48 personas, entre ellos 30 niños cerca de Puerto Príncipe. La mañana de ayer fue caótica en La Habana. Desde temprano, gran parte de los más de dos millones de habaneros se lanzaron a las calles para realizar las últimas compras de pánico, dejando vacías las estanterías de los comercios de latas, refrescos y agua. Mientras, los servicios de emergencia retiraron los semáforos colgantes de las avenidas. Y los comercios, hoteles y establecimientos próximos a la costa empezaron a tomar medidas desde la noche para hacer frente a la llegada del huracán Ike.
Frente al puerto de La Habana, la noche del domingo, unas diez embarcaciones esperaron para entrar en la bahía. Otras fueron llegando a lo largo del día buscando cobijo. Una gasolinera del barrio de Miramar dejó de vender combustible al anochecer. Los trabajadores del supermercado La Copa bajaron las persianas y sacaron los bienes susceptibles de perderse para trasladarlos a almacenes mejor resguardados. «Acabo de ir a la bodega porque llegaron los huevos y ahora voy a buscar pan», explicó con angustia a esta corresponsal Kaila, una estudiante de Primaria que al no tener escuela -las clases están suspendidas en el país hasta nuevo aviso- ayudaba a su madre.
Por la radio y la televisión se insistía en tomar medidas similares a las del resto del país. Hasta el último momento, se podaron árboles, algunos electricistas retiraron farolas, otros bajaron las antenas de los canales de televisión, que suspenderán las emisiones, o retiraban letreros. El desmontaje de estos cables busca salvar estos recursos de manera que sea más fácil volver a instalarlos en cuanto Ike se aleje.
Los otros dos canales oficiales iban a seguir emitiendo hasta que el clima lo permitiera, aunque en muchas viviendas unifamiliares sus propietarios treparon a los tejados para desarmar los receptores y aseguraron las ventanas con maderas y clavos. En las empresas situadas en zonas de riesgo, los trabajadores se afanaron en poner a salvo cristales, mesas, aires acondicionados y otros equipos.
El nerviosismo flotaba en el ambiente. Los conductores se olvidaron de las normas de circulación. En su afán de salir o llegar primero, taponaron los cruces. Las colas para entrar en el principal supermercado de la capital eran enormes sobre el mediodía. En previsión de que falte la energía eléctrica durante varios días, los clientes salían con bolsas de alimentos no perecederos. «¿La gente se ha vuelto loca!», comentó una mujer que no quiso esperar.
Más de 6.000 turistas han sido evacuados de las zonas susceptibles de ser inundadas, así como miles de habaneros, especialmente entre los habitantes de las zonas del centro de la ciudad donde muchas edificaciones podrían derrumbarse por los efectos de los vientos y el agua. Lo último que necesita una ciudad que registra oficialmente un récord de un derrumbe al día.