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AMBICIÓN. Cesc no quiere seguir calentando banquillo en los partidos con la selección. / EFE
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El malestar de Cesc, primer gran problema para Vicente del Bosque

«Siempre me sustituyen; no sé si tengo que mejorar defensivamente», se queja el mediocentro catalán El seleccionador hablará con el líder del Arsenal para conseguir que al fin se sienta importante con España

I. TYLKO
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Solventado con más dificultades de las previstas el obstáculo inicial en la senda hacia el Mundial de Sudáfrica, Vicente del Bosque se encuentra con el primer problema, heredado de la familia Aragonés. Quiere hablar con Cesc, persuadirle sobre su importancia. Fábregas no es del todo dichoso en la selección porque rara vez acaba un partido. Posee talla mundial, calibra de forma milimétrica a los cañoneros de la Premier, pero con España le faltan galones. No alcanza ni por asomo la jerarquía del Arsenal. En Londres se siente un líder. Con España, aún busca su sitio sobre el campo.

Falló en el primer partido de Del Bosque, en Dinamarca, por lesión. Ante Bosnia-Herzegovina comenzó de titular tras muchas dudas del técnico entre él y Cazorla. Cesc dio el pase que permitió a Villa descerrajar a los balcánicos y como premio fue reemplazado poco después por Xabi Alonso.

Malestar en Murcia

Pese a los ánimos recibidos a pie de césped de compañeros como Puyol, Cesc salió cabizbajo del césped. No hizo aspaviento ni desplante alguno, pero se marchó enfadado. Había sufrido, como todos, durante el primer tiempo, pero encontró el hueco preciso para forjar la victoria. Con 1-0, llegaba la hora de encontrar más espacios, de divertirse. Pero, un día más, se fue a la ducha. El catalán está cansado de esa situación. Excelente profesional y solidario con sus compañeros, es incapaz de rebelarse. Pero sus reflexiones, sin ambages, delatan su malestar. «El día que no me moleste ser sustituido dejo el fútbol», espetó Fábregas en las tripas de La Nueva Condomina, ya entrada la madrugada. Y apostilló con cierta ironía: «Siempre que ganamos me sustituyen; no sé si eso quiere decir que tengo que mejorar defensivamente». A sus 21 años, Cesc evita resignarse a su estatus en la selección.

El técnico charro comprendió el enfado y se lo tomó con normalidad, como un gaje más del oficio. Pero confesó que conversará con él. ¿Se ha marchado Cesc enfadado?, se le preguntó al seleccionador tras superar a los bosnios. «Son cosas normales. Todos quieren jugar. Peor estarán los que no han actuado ni un minuto. Ya hablaré con él, pero no ha pasado nada que no sea lógico en el fútbol». Desde la tranquilidad, sin alzar la voz ni montar un circo, Del Bosque quiere atajar de inmediato el más mínimo inconveniente.