Sólo Valverde y Antón consiguen aguantar los ataques de Contador
La mayor lección que nos han dejado los Pirineos, la mejor lectura que se puede sacar de ellos, a falta de ver lo que pasa en Asturias, es que Alberto Contador no es un corredor de Vuelta a España. Así como suena. No quiere decir que no vaya a ganar la carrera, que la va a ganar. Lo que uno quiere dar a entender es que los puertos que hay en este país se le quedan pequeños. Contador, un escalador de los que salen cada 20 años, el sucesor de Pantani, necesita más dureza, más porcentajes en los que poder sacar partido de ese don que le ha dado Dios.
Actualizado: GuardarLa subida a Plá de Beret, donde ganó David Moncoutie, es el mejor ejemplo para explicarlo. Atacó Contador hasta en cinco ocasiones para no ganar la etapa, aventajar en cinco segundos a Carlos Sastre y llevarse con él a Valverde e Igor Antón. Y todavía hay más. Alberto Contador es un hombre de calor, de mes de mayo o julio. Esa es la verdad. Lo mismo que para él vale para su equipo, Astana, que maniobró como si estuviese en pleno Tour, pero sacó menos partido del esperado. Rubiera y Klöden comenzaron a realizar la primera selección y luego Contador quiso, pero no pudo. Plá de Beret no es una montaña selectiva, no para un escalador puro, para un ciclista que en cuanto ve una cuesta se acelera. Lo intentó todo. Quiso dejar a Valverde y Antón. Les pidió colaboración. Antón de la dio, Valverde no. ¿Qué quería Alberto Contador? La etapa, con Valverde a su lado no la iba a ganar. El murciano si ve una banderola cruzada en la carretera esprinta para ganar. Contador quería más tiempo, intentar sacar un rendimiento al trabajo de un equipo que se quedó en nada. Cinco segundos después de reventar a los compañeros parece un insulto, aunque no lo sea en este caso. También sumó ocho segundos de bonificaciones. Lleva 18 en las ocho etapas que llevamos de carrera, mientras que Valverde suma 42.
Al menos la etapa le sirvió a Contador para colocar a su compañero Levi Leipheimer de líder.