CARAVANA. Varios de los participantes en la concentración que comenzó ayer en El Puerto, camino de Medina Sidonia, donde almorzó toda la comitiva. / ÓSCAR CHAMORRO
Sociedad

Un mito de dos ruedas

El III Encuentro Nacional de Scooters Clásicos de El Puerto ejemplifica la renovada fiebre por las Vespas y Lambrettas, auténticos iconos para los nostálgicos

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A finales de los años 40, el empresario italiano Enrico Piaggio y el ingeniero Corradino D'Ascanio dieron a luz un nuevo medio de transporte más barato, cómodo y fácil de manejar. El prototipo era revolucionario: tenía el motor sobre la rueda posterior y el cambio de marchas en el puño iz-quierdo. Según la leyenda cuando Piaggio la vio exclamó Sembra una vespa (parece una avispa) en alusión a la forma del vehículo. Así, nació la Vespa y con ella, el mito. El resto de scooters que llegaron después se basaron en este innovador modelo, que permitía moverse fácilmente y llegar a cualquier parte. Un in-vento moderno que fascinó desde el primer momento y que se ha convertido en icono para muchos nostálgicos y aficionados a los vehículos clásicos.

Buena parte de ellos participan, ayer y hoy, en el III Encuentro Nacional de Scooters Clásicas de El Puerto, una cita ya consolidada que reúne cada año a seguidores de todos los puntos de España. «Hay un par de chicos que vienen rodando desde Burgos y el Norte de Portugal», explica Miguel Pozo, presidente del Scooters Club Sur, que aglutina a aficionados de toda la provincia y organiza este evento desde 2006. Pese a su relativa juventud, el encuentro gaditano puede equipararse ya a otros tradicionales como el Euroyeyé de Gijón o la Vespaniada de Aranda del Duero.

Vespas y sus grandes antagonistas, la Lambrettas -con características muy similares a las de Piaggio- desfilan por las calles de El Puerto vestidas con sus mejores galas. Modelos cotizados, auténticas piezas de coleccionista y motocicletas tuneadas pisan el asfalto conducidas por sus afanosos dueños, que cuidan hasta el último detalle.

«Yo voy con los cascos de la época y las gafas de aviador», relata entusiasmado Antonio Millán. «A mi siempre me gustaron las Vespas. La primera que me compré fue el modelo moderno, la PX, y al entrar en el club empecé a interesarme por las clásicas», cuenta este portuense que el año pasado se hizo con el premio a la mejor restauración. «Me compré una 150 S del 66, el modelo más antiguo fabricado en España, que encontré tirada en una chatarrería. Tenía agujeros, la chapa estaba fatal y me gasté 3.000 euros en recuperarla».

Ahora, cuenta con cinco vespas originales en su colección, una de ellas rosa, decorada con la imagen de Hello Kitty, un regalo para su mujer. «Fue un modelo que salió dirigido especialmente para ellas».

Pero, ¿qué tienen de especial estas motos para cautivar tantos corazones? «Es difícil de explicar», responde Miguel Pozo. «Son cómodas de llevar y mecánicamente no son complicadas», reconoce. «Casi todos nuestros padres y abuelos han tenido una Vespa, porque allá por los 60 era el medio de transporte más popular». No obstante, la actual fiebre por lo retro ha favorecido el auge de esta afición por los scooters. Sólo hay que echar un vistazo a la red para comprobar que existen miles de direcciones web destinadas a la compra-venta de piezas, accesorios e incluso las reliquias más cotizadas.

Para que sirva de ejemplo, una 125 N, sólo el chasis, puede encontrarse por la amable cantidad de 1.300 euros. «Los modelos más codiciados siempre van a ser los más antiguos o de los que se sacaron menos unidades», apostilla el presidente de Scooters Club Sur. «También la 125 Primavera es una de las más demandadas aunque es de los 70 y no escasea. Lo que ocurre es que tiene un diseño que triunfó mucho entre los jóvenes, aunque en principio estaba dirigido a la mujer. Se ve mucho en las concentraciones». Así, internet se ha convertido en el gran nexo de unión para los scooteristas de todo el mundo. «Ha suplido las tertulias», cuenta Miguel, «si antes nos reuníamos a compartir dudas y experiencias, ahora, te conectas a los foros e intercambias información, cuelgas fotos...».

Mientras que Lambretta cerró en los 80, Piaggio todavía fabrica algunos modelos de Vespa. «Aún se construye el modelo PX, el más longevo, que lleva más de 30 años. Además, ha ido adaptándose a las distintas normativas europeas de contaminación», explica Miguel. «También siguen la 125 y la 150, aunque se dice que tienen los días contados». No obstante, tanto Vespa como Lambretta, se siguen fabricando en India, gracias a concesiones de las empresas.

«Lo que ocurre es que son mo-delos que no están homologados aquí, pero allí siguen siendo rentables», detalla.

El movimiento mod

«Sé moderno, atrevido e inteligente». Este imperativo fue el santo y seña de los mods, los nuevos jóvenes de finales de los 50 que revolucionaron la sociedad inglesa con su peculiar estilo de vida. Estos pequeños burgueses, característicos por su modo de vestir -trajes a medida, colores oscuros, pantalones ajustados y zapatos cerrados- y por sus gustos musicales -The Who, Chuck Berry...- aparecieron retratados en la película Quadrophenia montados en sus inmaculadas vespas.

Eso sí, tuneadas con un montón de espejos y faros que sobresalían ostentosamente. «Ese vídeo lo tengo gastadísimo», cuenta Rafael Remesal en alusión al filme. Este jerezano aún se considera un verdadero mod y sólo hay que echar un vistazo a su motocicleta. «En los años 80 llevaba una decena de faros y espejos», cuenta orgulloso este socio del club gaditano que acaba de regresar del Euroyeyé asturiano, un verdadero paraíso para los seguidores de la cultura sesentera.

Otra de las características que une a los aficionados a estas motos es la fiebre por los cromados. «Es imprescindible», relata Rafael, «una Vespa ha de estar limpia, cuidada y tener mucho cromado. Nosotros, para los encuentros, les sacamos todo el brillo». En relación al supuesto pique entre lambretistas y vespistas, Miguel Pozo reconoce que todo es «guasa».

Vespa versus Lambretta

No obstante, algunos encuentran importantes diferencias. «La Lambretta suele fallar más de electrónica, aunque estéticamente me parece que tiene una línea más bonita», aduce Rafael. A pesar de todo, los partidarios de unas y otras conviven en ar-monía, sólo hay que acercarse a encuentros como el de ayer y hoy. en El Puerto. Allí, coexisten modelos originales recuperados, motos pintadas con colores ácidos, sidecars y scooters tuneadas estilo racing o mod, igual que se dan cita jóvenes melenudos y gafapastas, hombres maduros y familias al completo. Muchos de ellos, no dudan en recorrer cientos de kilómetros para asistir a las reuniones que organizan otras provincias, como Miguel Bernal, socio fundador y propietario de un taller de El Puerto, donde conserva una impresionante colección de motos clásicas. «Esta primavera fui a Madrid rodando», relata emocionado, «te olvidas del trabajo, de todo». Esta proeza le valió el premio al scooterista que venía de más lejos. Eso sí, «cuando me dieron el premio creía que era de cachondeo», recuerda chistoso.

«Me dieron un disco de esos pequeños, un single, de los años 60 y una botella de aceite. La verdad es que en Madrid no son muy espléndidos regalando, nosotros damos cascos, un jamón...».