Zardari se perfila como el sucesor de Musharraf al frente de Pakistán
El viudo de Bhutto no dudó en romper su pacto de gobierno con Sharif tras la dimisión del ex general para avanzar en su camino al sillón presidencial
Actualizado: GuardarPakistán elegirá hoy al presidente número catorce de su historia y en menos de diez meses celebra unas nuevas elecciones presidenciales. Esta vez, sin embargo, falta Pervez Musharraf, la que ha sido la figura más relevante de la escena política local en los últimos nueve años. Tres candidatos se disputan el vacío dejado por el ex general, pero sólo uno parte con opciones claras de victoria: Asif Ali Zardari, viudo de la ex primera ministra Benazir Bhutto y actual líder del Partido Popular de Pakistán (PPP). Los otros dos son Saeed Zaman Siddiqui, representante de la Liga Musulmana de Nawaz Sharif (PML-N), y Mushahid Hussain, candidato de la Liga Musulmana Quaid-e-Azam (PML-Q). Ni la poco probable unión entre las dos ligas musulmanas -nacidas de la escisión de un partido- podría poner en duda la victoria final de un Zardari que desde que se hiciera con el control del partido más votado del país ha ido librando con frialdad una verdadera carrera de obstáculos hasta llegar a esta posición privilegiada.
Las presidenciales se celebran por sufragio indirecto y por ello apenas tienen eco entre una población más preocupada por la escalada de precios y la carestía del nivel de vida que por las intrigas políticas. Parlamento, Senado y las cuatro cámaras provinciales son las encargadas de elegir al presidente del país. Y exceptuando la asamblea de Punjab, en el resto de cámaras el PPP cuenta con el respaldo necesario para hacerse con la mayoría simple precisa para obtener la presidencia.
El pasado 6 de octubre, Pervez Musharraf se alzó de forma aplastante con la victoria tras el respaldo de su partido, el PML-Q, y la abstención de los miembros del PPP, que aunque no apoyaron al ex general, siguieron las órdenes de su entonces líder en el exilio, Benazir Bhutto, y se personaron en la votación para otorgar legitimidad al proceso electoral.
Esta abstención fue el precio pagado por el PPP para lograr el posterior Pacto de Reconciliación Nacional que permitió el regreso de Benazir Bhutto tras su largo exilio. Como ocurre con Musharraf y el resto de grandes figuras de la política nacional, Zardari es una figura controvertida. Pese a su matrimonio con Bhutto, su fama de corrupto despierta sensaciones contradictorias y no goza de un gran respaldo popular. Desde que asesinaran a su esposa, sin embargo, se ha erigido en el personaje clave de la transición democrática del país y no ha dudado en romper su pacto de Gobierno con Nawaz Sharif para avanzar en su camino al sillón presidencial.
La batalla
Este cambio en el control de las riendas del país, sin embargo, no parece que vaya a poner punto final a la crisis política. Tras unas elecciones generales como las de febrero, marcadas por el asesinato de Bhutto y la posterior unión de las dos principales formaciones contra Musharraf, la dimisión del ex general se ha llevado consigo esta unidad y ha terminado por enfrentar a los líderes del PPP con los del PML-N. La falta de sintonía en la restauración de jueces ha sido la guinda para la separación entre los hasta ahora principales socios de Gobierno.
La unión imposible entre Zardari y Sharif duró, por tanto, lo que duró la resistencia de Musharraf al acoso de las dos formaciones más votadas del país, que tras meses de discusiones acordaron iniciar un proceso de moción de censura para quitar al presidente de su cargo. Sin tiempo a que la moción prosperara, el ex general cumplió con su palabra y renunció a su cargo. Entonces dio comienzo una batalla por la presidencia que se dilucida en las próximas horas con la más que probable elección del viudo de Bhutto.
Tras ocho años con un general como presidente, y otros diez meses con el mismo general al frente de Pakistán, pero sin uniforme, es el turno de las formaciones democráticas que tienen el reto de evitar que el país vuelva a caer en los errores del pasado y termine en manos otra vez de los militares. Es la hora del PPP, el partido que con el lema de «roti (pan), vivienda y ropa» tiene el mayor respaldo en el país y contará con la presidencia y el Gobierno para intentar sacar a Pakistán de la crisis en la que vive.