Orden y respeto
Por culpa de un buen amigo que sacó el otro día el asunto a colación, he estado pensando durante esta semana quiénes son los afortunados que podrían asistir para ver al Cádiz disputar una gran final, por ejemplo, la de la Copa del Rey. No fijo la tan preciada Copa de Europa para que luego no me tachen de ambiciosa. Sí, ya sé que esta temporada va a ser imposible, puesto que ya nos han eliminado a las primeras de cambio del torneo del kaos, algo que por otra parte me congratula, ya que nada debe descentrarnos ni desviarnos de nuestro objetivo, que no es otro que el del ascenso. Sí, ya sé que es ridículo plantear tal cuestión con la que ha caído pero, curiosidades de la vida, era un tema del que tenía intención tratar en estas fechas con el equipo, ingenua de mí, en Primera División. Sí, ya sé que muchos exclamarán que ¿para qué vamos a hablar de ello ahora cuando ni se sabe si veremos a los amarillos compitiendo por algo de verdad antes de morirnos! Lo mismo decían los sevillistas.
Actualizado:Una vez solventado este punto, mi preocupación es tener claro a qué aficionados les correspondería una entrada en suerte. Lo lógico y justo sería por orden de antigüedad, sin embargo en el Cádiz tal orden no existe, puesto que varía cada año. El origen fue la mudanza de un instalación a otra en los años de la prehistoria y, al parecer, los socios se traspapelaron, y desde entonces los números bailan al azar que dicte la directiva. Aunque con las sociedades anónimas los abonados importen más bien nada, se tiene que premiar siempre la fidelidad y la constancia a unos colores y eso empieza por cuidar a los que cuidaron durante tantos años al equipo en segunda B y, a partir del domingo pasado, lo van a seguir haciendo.