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Derribando mitos

La Segunda B está llena de mitos. Comentarios (muchos trasnochados) que a fuerza de ser repetidos se instalan en el imaginario colectivo y todos asumen sin profundizar en su significado. Hay que derribarlos, por la sencilla razón de la falsedad de sus enunciados.

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Mito 1: La igualdad es máxima en la división de bronce y cualquiera puede subir. ¿Mentira! Las diferencias presupuestarias y de calidad son abismales entre unos equipos y otros. Ya no estamos en ese grupo IV del Almería, Poli, Recreativo, Málaga, Granada, Jaén, Córdoba y Algeciras. Los rivales son más débiles, y se pudo comprobar en Roquetas. Además, la crisis económica ha hecho estragos en clubes potentes como Linares o Écija. Apelando a la lógica, sólo el Poli y el Ceuta pueden compararse con el Cádiz (durante la temporada, no a un solo partido), amén de la sorpresa de cada año. Pero los de Carranza son favoritos. Todo lo demás es falsa modestia.

Mito 2: Es imposible jugar bien al fútbol. ¿Falso! El equipo amarillo está en condiciones de practicar buen juego, sobre todo en casa, como el Linares del año pasado o el Portuense del anterior. Hay futbolistas para ello. Además, ya son minoría los estadios donde el terreno de juego es impracticable y de reducidísimas dimensiones. Casi todos están aptos para jugar, no hay que recurrir por costumbre al pelotazo.

Mito 3: Será más difícil sacar adelante los partidos de casa que los de fuera. ¿Sería inadmisible! En un campo grandísimo, con 12.000 aficionados a favor, el rival intimidado y un equipo que sepa jugar al fútbol, ganar en Carranza no debe ser una dificultad añadida. Lo demostró el Cádiz de Jose. Los rivales se encerrarán, pero hay recursos para abrir la lata. En cambio, fuera estará el problema, con jugadores espoleados por su afición, motivadísimos y que también cederán la pelota a los amarillos. Y habrá que ganar. Porque es obligado quedar primero.