El ADN sólo permitiría identificar a la mitad de los desaparecidos en la Guerra
Actualizado: GuardarLa Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica cifra en 50.000 el número de desaparecidos en España entre 1936 y 1945, los años de la Guerra Civil y el franquismo. En caso de que los restos de esos miles de personas estuvieran identificados y se hubieran exhumado, sólo la identificación mediante el análisis de ADN supondría un coste mínimo de 150 millones de euros y muchos años de trabajo bloqueando laboratorios policiales, de universidades y contando con empresas privadas. Pero además, como explica el experto forense José Antonio Lorente Acosta, el éxito se alcanzaría sólo en la mitad de los casos.
El largo tiempo transcurrido dificulta en grado sumo un proceso con el que ya sueñan algunos familiares de estos desaparecidos. Por eso Lorente aconseja prudencia antes de lanzar iniciativas difíciles de cumplir.
José Antonio Lorente Acosta, que es profesor de Medicina Legal y Forense de la Universidad de Granada, trabaja para el FBI y dirige el programa 'Fénix' de identificación genética en colaboración con la Guardia Civil, alerta sobre el «error que supondría transmitir a las familias que se les van a poder entregar a todos ellos los restos de sus desaparecidos».
Y es que, en el caso de que se optara por exhumar todos los restos una vez localizados y proceder a su identificación, el porcentaje de éxito quedaría reducido a un 50% por varios motivos. El primero de ellos es el daño estructural que habrán sufrido muchos de esos huesos tras haber estado enterrados más de setenta años. «Hay técnicas que permiten recuperarlos, pero a un 30% de esos huesos no se les podrá hacer el ADN».
Buscar familiares
En segundo lugar, hay que tener en cuenta la dificultad para 'cruzar' las muestras de ADN con familiares adecuados. Es lo que se conoce como 'razón de verosimilitud' o 'probabilidad de identificación', que bajará hasta el 70%. «Habrá casos en los que hayan fallecido los hijos, o que incluso se tratara de personas jóvenes que no tuvieran descendencia», apunta el especialista.
A este grupo habrá que sumar otros muchos casos en los que los familiares no se hayan interesado, por lo que existiría una falta absoluta de muestras de referencia. «Hay que tener en cuenta que hubo también extranjeros que murieron en España», destaca Lorente.
Estos tres factores reducen al 50% el éxito en una identificación genética de todos los restos, que se calculan que corresponderían a unas 50.000 personas, y que exigirían además la creación de una base de datos «gigantesca», con las muestras de ADN recuperadas y las de todos los familiares. El proceso se prolongaría durante años. «Hay que tener en cuenta que un especialista puede analizar entre ocho y doce muestras en un mes», apunta Lorente. Y cada uno de esos análisis supone un coste de unos 3.000 euros. A eso habría que añadir el trabajo de otros especialistas que tendrían que participar. En un primer momento, un grupo de arqueólogos debería levantar el terreno, capa a capa. «Si pretendemos dignificar a las víctimas no podemos usar una excavadora».
Una vez recuperados los restos, un equipo de antropólogos se encargaría de trasladar los restos a los institutos de Medicina Legal para analizarlos. «La técnica antropológica es complementaria al ADN, ese estudio hay que hacerlo siempre, porque nos permite conocer datos como la altura, edad, sexo y las patologías que habría sufrido esa persona», indica Lorente. Sólo después se procedería al análisis de ADN. Crece así el volumen de profesionales y paralelamente el coste económico que necesitaría una operación de exhumación e identificación de todos los desaparecidos.
El tiempo necesario para llevar a cabo esta gigantesca operación dependería de los medios que se emplearan. Pero «ni todo el dinero del mundo, ni las órdenes judiciales, pueden cambiar que la ciencia tiene unos límites», insiste el forense.
Dignificación
«Yo comprendo perfectamente a las familias que llevan años sufriendo y soy partidario de la dignificación». Pero Lorente aconseja prudencia. «¿Merece la pena un proceso largo y muy costoso a cambio de identificar sólo al 50%?».
El especialista en identificación genética recuerda que existe otra posibilidad de dignificar los lugares en los que reposan esos restos. Se trataría de adecentar oficialmente los lugares en los que se localicen esas fosas comunes sin necesidad de exhumar e identificar todos los restos.
Pone como ejemplo el proceso abierto en Andalucía en el que se ha trabajado en un mapa de fosas para localizar a los desaparecidos.