El tabaco vuelve al lío
Los cigarrillos para liar reaparecen con fuerza entre los más jóvenes por el alto precio de las cajetillas, un supuesto encanto y la falsa creencia de que son menos nocivos
Actualizado:Complete la frase: Fumar es un placer... A) Cada vez más costoso. B) Que mata lentamente C) Mal visto socialmente y semejante al del consumo de otras drogas. Si le cuesta elegir una sola opción es porque las tres son correctas.
Lo cierto es que, aún minada de efectos perjudiciales, y a pesar de la regulación vigente que «persigue» al fumador, la adicción al tabaco en España no ha experimentado el bajón que se preveía. El consumo no cesa, sino que se transforma, se esconde en nuevas formas o recupera viejas modas para hacer más llevadero el «mono». La nueva (pero antigua) es el tabaco de liar.
Un número de personas cada vez mayor lía sus propios cigarrillos, en parte por razones culturales, y sobre todo por ahorrar dinero, debido a los crecientes costes de los cigarrillos industriales en cajetillas. La tendencia fue visible desde 2005 en Londres o Berlín (donde el tabaco tiene precios aún mayores) pero desde este 2008 se hace más evidente hasta en ciudades periféricas y pequeñas como Cádiz.
Una cajetilla de cigarrillos normal cuesta alrededor de 2,50 euros, mientras que el tabaco de liar se puede encontrar por poco más de un euro. Un recorte de gasto esencial para que las matemáticas domésticas cuadren en tiempos de crisis. La clave del precio es el impuesto menor que soporta este tipo de tabaco. Al estar considerado como un producto semimanufacturado, el tabaco de liar no soporta los mismos impuestos que los mecanizados que se venden en cajetilla. Una bolsa de tabaco de liar sólo lleva un 41,5% de carga fiscal, mientras que las cajetillas reciben casi el doble.
Las políticas restrictivas y el aumento del precio del cigarrillo tradicional ha propiciado que en los dos últimos años, el número de fumadores de este tipo de tabaco ha crecido un 17,7 % en 2007 con respecto al 2006 y un 26% de 2007 a lo que va de 2008. El librillo de fumar vale 80 céntimos e incluye un centenar de papeles, y una caja de filtros de 120 unidades cuesta 2 euros. Para ahorrar trabajo, hay cigarrillos listos para rellenar con el picado - una caja de 200 cuesta 2 euros-.
¿Porro o tabaco?
Más allá de las ventajas económicas, consumir tabaco liado genera todo un universo de connotaciones sociales, que poco tienen que ver con las que rodeaban a los primeros fumadores. Hasta los años 60, el tabaco cumplía una función social, los cigarrillos se llevaban contados en una pitillera, o se liaban a mano delicadamente, alargando las reuniones y encuentros sociales. Ser un fumador compulsivo era casi imposible debido a la propia mecánica del pausado rito de liar el cigarrillo y fumarlo.
Sin embargo, hoy día más de un fumador se habrá sentido rechazado en un lugar público por confundirle el cigarrillo liado con un porro, otros incluso, habrán tenido que rendir cuentas por liarse el tabaco en plena calle.
Poco a poco, y ajenos a las miradas que sospechan, los fieles a la picadura, se atreven a enrollar su cigarro en restaurantes, parques e, incluso, en la sala de fumadores de la oficina. «Si me miran mal es su problema, yo no estoy haciendo nada malo», cuenta una chica que se está liando un cigarro en un parque cercano al Ramón de Carranza. Y es que, como todas las modas, la del tabaco de liar ha calado sobre todo en los jóvenes. Junto a ellos, las principales clases consumidoras son las personas con bajo nivel adquisitivo: hombres jubilados y la población inmigrante.
A pesar de los prejuicios de los que puedan ser objetos, los usuarios de este tipo de tabaco, encuentran múltiples ventajas en prepararse su propio cigarrillo. Hay multitud de marcas en el mercado - las grandes tabaqueras ya se han apuntado a ofrecer en picadura sus grandes marcas- y variedad de precios y tabacos: negro, rubio, mixto, suave, fuerte, con sabor a vainilla, menta...
Además, fumar tabaco de liar o roll-your own requiere de varios útiles y de todo un ritual de elaboración, del que cada vez más gusta un mayor número de personas y que impide que se pueda estar fumando cada dos por tres. El kit básico para liar un pitillo consiste en el papel, la picadura y las boquillas de filtro que incluso se pueden fabricar con un cartón similar a las tarjetas de visita. Para los menos mañosos, existen pequeñas máquinas liadoras de tabaco.
«Es muy sencillo, cuando llevas tres o cuatro, ya te conviertes en un experto en liar cigarrillos», confiesa Luis, un fumador esporádico que combina los paquetes de cigarrillos tradicionales con la picadura de tabaco. Para él, como para la mayoría de las personas que optan por los pitillos liados, el único inconveniente que supone su consumo es «la cantidad de cosas que tienes que llevar encima para hacerte un cigarrillo. Es mucho más incómodo».
Igual de nocivo
Entre los adictos al tabaco de liar existe la convicción de que su consumo es menos perjudicial para la salud que el cigarrillo manufacturado. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud ha alertado sobre el hecho de que no existen datos que indiquen que esta modalidad de cigarrillos sea menos tóxica que la industrial. Según la OMS, tampoco hay cifras que confirmen que los cigarrillos para liar causen tasas de enfermedad y mortalidad prematura superiores a los empaquetados. Es decir, unos y otros matan por igual
«Es menos nocivo simplemente porque fumo menos. Un cigarro liado me lo puedo fumar en dos veces, tardo más en poder encender otro y casi siempre lo tiro antes de que se consuma», reconoce Soraya, una chica que ha conseguido reducir a más de la mitad el número de cigarrillos diarios con el cambio de tabaco.
Ante su notable auge, la Comisión Europea ha lanzado un órdago a las grandes multinacionales y a los gobiernos nacionales. A finales de julio propuso que los impuestos sobre este tipo de tabaco pasen de 32 euros por kilo a 60 euros en 2014. Es decir, que soporten los mismos impuestos que las cajetillas. Con esta subida, se disipará el principal motivo que sustenta la moda de liarse el cigarrito, su precio.