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La segunda mitad del partido

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plicando los razonables criterios establecidos por Dragoljub Milosevic, aquel entrenador sabio de los años 80, suspendo provisionalmente mi juicio sobre la plantilla actual amarilla hasta comprobar cómo se desenvuelve el equipo en el primer partido que esta temporada jugará en Carranza. En varias ocasiones, al recibir las felicitaciones de los críticos y de los aficionados por el triunfo de su equipo en campo contrario, le escuché decir al llorado técnico serbio que debíamos esperar al desarrollo de la «segunda mitad de la película», que se jugaría en el siguiente partido en casa. Aunque es «justo y necesario» que nos alegremos por el resultado y por el juego que el Cádiz ha desplegado en Roquetas de Mar, creo que deberíamos esperar al Granada 74 para extraer algunas conclusiones válidas. A mi juicio, lo más positivo de este partido contra otro recién descendido es que nos servirá para cambiar esas claves interpretativas que, durante la temporada pasada y durante el verano, hemos aplicado en los análisis y en las valoraciones de la irregular marcha del equipo amarillo. Tenemos la esperanza de que definitivamente olvidemos esos argumentos extradeportivos que, como la nefasta gestión de Arturo Baldasano o las contradictorias decisiones de la Federación, nos han tenido distraídos durante tanto tiempo. Como ha indicado recientemente el entrenador, Javi Gracia, hemos empezado un período en el que, con una plantilla renovada y con unos técnicos serios y trabajadores, sólo hemos de prestar atención al juego y a los resultados del equipo. Estoy firmemente convencido de que el próximo partido frente al Granada 74 nos proporcionará abundantes y sólidos argumentos para hacer unos diagnósticos fiables y unos pronósticos verosímiles sobre las posibilidades reales de este equipo para lograr la única meta aceptable: el ascenso de categoría.