Palin enardece a los republicanos
La base evangélica sale en defensa de la aspirante a primera mujer vicepresidenta
Actualizado: GuardarEl día en que debía dar el discurso más importante de su vida, Sarah Palin madrugó. A las 6 de la mañana ya estaba perfectamente maquillada en el pabellón del Xcel Center para tantear el escenario de su coronación. Los vecinos lo supieron por el ruido de los helicópteros que protegen a la nueva estrella de la alta política estadounidense, ante la que ayer se rindió una fervorosa audiencia.
«Estoy muy orgullosa de que la primera mujer vicepresidenta de EE UU sea republicana», le aclamó la víspera Laura Bush en ese mismo escenario. Su entusiasmo era compartido por los cerca de 50.000 republicanos que han pasado por la convención del partido en el poder, entre quienes esta corresponsal no pudo encontrar ni una voz de preocupación. Todo lo que escandaliza al ala progresista del país se transforma en cualidades a ojos de la base conservadora. Sarah Palin es impermeable a los ataques. Su misión no era la de captar a los independientes indecisos sino la de unificar a la base del partido, hasta entonces insatisfecha con McCain, y revolucionar a las ovejas evangélicas que Karl Rove logró alinear para las victorias de la última década.
El perdón
«La relación de McCain con las bases no siempre ha sido amistosa», admitió con una sonrisa de complicidad el líder evangélico Garry Bowers, «pero la elección de Sarah Palin nos ha hecho reconsiderarlo», añadió. «Ha sido una elección valiente que revela su carácter. El hecho de que supiera de antemano que su hija estaba embarazada me hace admirarle más. Estas cosas pasan en todas las familias, la diferencia es que en las familias cristianas perdonamos y ofrecemos nuestro amor. Sarah Palin toca cada nota de la música evangélica».
El presidente del grupo American Values, figura clave de la derecha cristiana, no podía estar más entusiasmado con la noticia de que la izquierda ha interpretado este incidente como un borrón en su expediente. «El hecho de que Sarah Palin no ocultase a su hija ni le pidiese que asesinara a su nieto, incluso cuando eso amenazaba su carrera política, es una declaración de principios sobre la santidad de la vida más poderosa que la que nunca hubiéramos podido hacer nosotros», se regodeó.
De la noche a la mañana Sarah Palin ha puesto el tema del aborto en el centro de la campaña electoral. De ahí el entusiasmo de estos grupos que en las 48 horas siguientes al anuncio de su candidatura como vicepresidenta depositaron 10 millones de dólares en la cuenta de McCain.
«En este lado de la isleta política estoy viendo una pasión que no había visto en muchos años», decía esa noche el senador de Kansas Sam Brownback, finalista al cargo que se ha llevado la joven gobernadora de Alaska. El veterano senador es uno de los que había dejado traslucir una sombra de duda por la obvia inexperiencia de la candidata, pero pronto ha comprendido que en eso precisamente radica lo que la derecha llama ya su sex appeal. «Tiene un toque de mujer común que conecta muy bien con la gente sencilla», explicó. «Es la mujer con la que te podrías tropezar en la cola de (los hipermercados) Walmart». Pero sobre todo lo que ha rendido al senador de Kansas es la forma en la que la nueva imagen del Partido Republicano ha desplazado a Barack Obama de las noticias. No importa que sea para hablar del embarazo de su hija o de su inexperiencia política, lo que cuenta es que «hasta entonces sólo se hablaba de Barack Obama y ahora sólo se habla de Sarah Palin. La papeleta demócrata ya no es la única con la que se hará historia».
Sobre el escenario, el mayor defensor del «primer nominado de cualquier partido capaz de descuartizar correctamente a un alce» fue el ex candidato Fred Thompson, actor de la serie Ley y Orden. «Es una mujer de pueblo con valores de pueblo, pero eso no es suficiente para quienes la atacan a ella y a su familia». Según Thompson, la nominación de una mujer que «de verdad ha gobernado en lugar de jugar bien en los programas televisivos de los domingos y en los cócteles de Washington» tiene a los medios y a la izquierda «en estado de pánico».
En esa primera noche McCain encontró a su mejor adalid en el presidente George W. Bush, que en sus apenas 8 minutos de discurso por satélite aseguró que McCain «está listo para liderar a esta nación». El actual comandante en jefe habló con la seriedad que buscaban los patriotas republicanos.
«Vivimos en un mundo peligroso y necesitamos un presidente que entienda las lecciones del 11 de Septiembre de 2001: Que para proteger a EE UU tenemos que estar a la ofensiva, detener los ataques antes de que ocurran, y no esperar a que nos golpeen de nuevo», dijo el presidente.
Bush le regaló el crédito de haber salvado la guerra de Irak al defender la escalada de tropas, y recurrió a la historia del veterano prisionero de Vietnam para despejar dudas sobre el conservadurismo de sus políticas. «Si el (campo de concentración) Hanoi Hilton no pudo romper su determinación a hacer lo que es mejor para este país, podéis estar seguros de que la izquierda irritada tampoco lo conseguirá».