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McCain se crece ante el huracán

La Convención Republicana resucita por la ágil respuesta de Bush ante 'Gustav' y se prepara para lanzar a su candidato hacia la Casa Blanca

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El día amaneció nublado, pero en el pabellón deportivo del Xcell brillaban los focos. Los republicanos se levantaron y decidieron revivir la Convención que debe lanzar a John McCain hasta la Casa Blanca. El hombre que espera entregarle la llave habló ayer a sus correligionarios desde Texas para pedirles que trabajen por la continuidad del partido en el poder.

La aparición de George W. Bush fue vía satélite, porque el presidente todavía necesita demostrar que coordina las operaciones de respuesta al huracán Gustav. En esta segunda oportunidad que le ha dado la naturaleza para demostrar que puede ser un líder eficaz las condiciones eran muy benevolentes, y la ayuda de sus compañeros de partido, impagable para la foto. La víspera los republicanos abrieron la cartera, como les pidió McCain, para firmar cheques a la Cruz Roja en favor de los damnificados. En el Centro de Convenciones de Mineápolis sus esposas participaban en una línea de ensamblaje de víveres que debería desembarcar 80.000 paquetes republicanos en Louisiana.

Para su primer día de actos la gran fiesta republicana se había reducido a una agenda eminentemente técnica con la que cumplir los requisitos necesarios para nominar a su candidato y recibir los 85 millones de dólares en fondos electorales que le corresponden. Pese a que no hubo música ni fanfarria, el partido conservador calculaba que el 95% de los delegados atendió a los actos.

Fueron éstos los que aprobaron por unanimidad una plataforma política que propone una reforma constitucional para prohibir el aborto y los matrimonios entre homosexuales. El nuevo catecismo de los republicanos presta especial atención a la crisis energética, se opone firmemente a una amnistía para los emigrantes ilegales, aboga por una mayor seguridad fronteriza y define la cuestión migratoria como «un problema de seguridad nacional».

En lugar de pedir una reforma migratoria «legal, segura, estructurada y humana», como hacía la agenda del 2004, está vez se pide que se agilicen los trámites de las deportaciones y se corrijan las decisiones de los tribunales que las han dificultado. Una ideología que perjudicará a McCain en sus aspiraciones de captar los votos hispanos claves en estados como Colorado o Nevada, pero que quedó oscurecida por el embarazo de la hija de Sarah Palin y la cobertura del huracán Gustav.

Estas dos noticias anularon incluso los enfrentamientos que se produjeron en las calles de St Paul entre la Policía y los grupos de anarquistas, que congregaron a unas 10.000 personas. Los jóvenes enmascarados atacaron a los agentes que respondieron con material antidisturbios. Detrás quedaron ruedas pinchadas, ventanales rotos y papeleras incendiadas, pero la policía se tomó la revancha por la tarde, cuando emboscó a los manifestantes que habían acampado junto al río Mississippi.

Nadie supo decir entonces qué hacían a esas horas para provocar la descarga policial, y todo hacía pensar que pagaban justos por pecadores. Entre los cientos de jóvenes detenidos había muchos que simplemente pasaban por allí, camino de un concierto que se desarrollaba al otro lado del río Misissippi.

Vuelta al guión

Con las calles limpias y los cielos despejados en Louisiana, los republicanos rehicieron el guión de la Convención que empezaron a escribir hace más de dos años. Bush no era el único que volvía. También lo hacía un senador al que los demócratas llaman Judas, Joe Lieberman. El que fuese candidato a vicepresidente de Al Gore durante las elecciones del 2000 compartió escenario con el hombre al que criticó en esa campaña para pedir el voto por su amigo McCain. «Algunos ponemos la patria por encima del partido, por eso me enorgullece decir que John McCain es el mejor candidato de estas elecciones», avanzó el senador de Connecticut.

Lieberman, defensor de la guerra de Irak y verdugo de Bill Clinton por sus devaneos con la becaria, tuvo que hacerse independiente en las elecciones de 2006 para poder defender su asiento en el Senado, después de perder las primarias demócratas. Su nombre sonaba también como posible vicepresidente, pero McCain optó por satisfacer a las bases evangélicas del partido. Para hacerle hueco en la agenda hubo que sacrificar al ex alcalde de Nueva York Rudy Giuliani, que puede recuperar su oportunidad mañana o pasado. Quien no se calló fue otro perdedor, el actor de Ley y Orden Fred Thompson, cuya campaña se desinfló por su entrada tardía.