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'Gustav' inunda Nueva Orleans y destroza las costas de Louisiana
El paso de la depresión tropical deja siete muertos y daños millonarios en las flotas pesqueras y en las infraestructuras del sur del estado
Actualizado: Guardar«No se han roto los diques de Nueva Orleans, pero tenemos daños cuantiosos por todo el estado», anunció ayer el gobernador de Louisiana, Bobby Jindal. Y, pese al dramatismo del anuncio, medio mundo suspiró aliviado. Las aguas que derramó Gustav sobre la emblemática ciudad devastada por el Katrina desbordaron los diques y se filtraron por las grietas sin reparar, pero aparentemente no surgieron otras nuevas.
Las bombas de agua bajaron el nivel en cuestión de horas, y ayer ya se veían ciudadanos paseando a sus perros por las calles. Eran los aproximadamente 10.000 habitantes que habían desafiado la urgencia de la evacuación obligatoria ordenada por las autoridades y se habían parapetado en sus casas para no ser arrestados por la Guardia Nacional durante el toque de queda.
Pese a llegar disminuido a categoría 2, Gustav no fue un paseo. Las autoridades lo encuadraron entre los diez huracanes más devastadores que hayan pasado por EE UU. Los daños económicos se calculan entre 6.000 y 10.000 millones de dólares. Casi dos millones de personas huyeron de su furia. Ayer, un millón y medio de hogares seguía sin electricidad. La flota pesquera del Golfo de México había sido revoleada por encima de las casas y la temporada de ostras se había arruinado antes de empezar. Siete personas habían muerto por culpa del fenómeno atmosférico en el que las autoridades estadounidenses creyeron ver la tormenta del siglo.
La primera preocupación oficial era ocuparse de los hospitales que se quedaron sin luz. En vísperas de la llegada del huracán, que también arrasó Cuba, más de mil enfermos fueron evacuado en una flota de aviones a la que contribuyó Canadá. Ayer, los aparatos despegaban cada media hora con los más graves, que habían confiado en mantener su dependencia a los equipos médicos con generadores de emergencia que empezaban a quedarse sin combustible.
Paradójicamente, los peores daños en tierra firme se produjeron en Baton Rouge y Lafayette, las dos ciudades a las que habían evacuado los gobiernos municipales del sur de Louisiana y donde se habían instalado muchos de los que abandonaron voluntariamente Nueva Orleans en sus propios coches. Una de las muchas lecciones que ha dejado Gustav. Entre ellas estaba también la de las tres barcazas que flotaron a la deriva sobre los canales, azotando los frágiles diques. O las dos misteriosas instalaciones de la NASA que empezaron a liberar nubes químicas en medio de la tormenta.
Los expertos advertían de que Gustav no podía considerarse una prueba para los diques de Nueva Orleans, cuyas reparaciones está previsto que continúen hasta el año 2011. Por cierto, sólo han recibido 2.000 de los 13.000 millones de dólares presupuestados.
De eso eran conscientes la mayoría de los que ayer intentaban ansiosamente volver a casa, pese a que el gobernador les había pedido que no lo hicieran hasta el jueves. Muchos en los barrios de 9th Ward y las parroquias de St Bernard y Jefferson volvieron a encontrarse los bajos inundados y las calles embarradas. Un recordatorio de que la ciudad que le robó el suelo a las marismas nunca podrá terminar de desafiar a la naturaleza. Hasta el 2014 no se volverá a hablar de un nuevo huracán llamado Gustav, según establece el sistema de identificación de ciclones de la ONU que emplea una lista alfabética para dar nombre a cada uno de estos fenómenos naturales. Sin embargo, no se conocerá otro Katrina o Mitch, nombres que, junto a algunos otros, han sido eliminados del registro para evitar los desoladores recuerdos de los daños que causaron con su ingente poder destructor. Para bautizar a huracanes y ciclones, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) asigna el nombre de manera rotatoria a partir de seis listas con 21 nombres ordenados alfabéticamente. De esta manera a la primera tormenta tropical de cada año se le asigna un apelativo que comienza por A. Según el registro empleado en 2008, que se volverá a utilizar dentro de seis años, a Gustav le seguirá Hanna y después Ike.
Este método comenzó a utilizarse a principios del siglo XX para ayudar a identificar rápidamente los ciclones en los mensajes de alarma, puesto que los nombres son más fáciles de recordar que los términos técnicos con letras y números.
No obstante, este proceso cíclico no siempre se cumple. El motivo está en que para evitar «herir sensibilidades» el Comité de la OMM elimina de la lista el nombre de aquellos huracanes que han tenido efectos materiales y humanos devastadores.
Este es el caso del Katrina, que golpeó duramente EE UU en 2005, o el Mitch que asoló Honduras en 1997 y que estos días más que nunca traen a la mente de todos las más infaustas reminiscencias.