Propuestas para un viaje feliz
Félix Ramírez lleva toda la vida vendiendo prensa y golosinas en la estación de autobuses de Jerez
Actualizado:La estación de autobuses se ha despertado tranquila. La temporada de playas está tocando a su fin y no es día laborable. No hay funcionarios ni sanitarios o empleados de banca que vayan a sus puestos de trabajo en poblaciones cercanas a Jerez. Al fondo a la derecha está Félix Ramírez y un buen ramillete de propuestas para que el viaje se haga corto. «Viajar en autobús está decreciendo por días. La gente, ahora, elige el tren. No hay problemas de caravanas ni tráfico», argumenta Félix.
Lleva toda la vida tras el mostrador de prensa de la estación de autobuses. «Con apenas quince años ya estaba trajinando con los periódicos en la antigua estación», explica. Félix es hijo de Rafael Ramírez, conocido comerciante que lleva muchos años en la calle Arcos con su bar de vinos de Jerez y su kiosco de prensa. «Toda la vida trabajando, gracias a Dios», argumenta ahora el hijo de Rafael.
El verano trae consigo frescas bebidas, como las latas de refrescos y los botellines de agua. El invierno invita más a las golosinas. «Y siempre los periódicos. Eso nunca decrece en ventas», dice Ramírez. La media hora de autobús es un buen momento para coger las páginas de LA VOZ y enterarse cómo va el mundo.
A pesar de la bajada de usuarios que ha sufrido el transporte por autobús, todavía quedan algunos viajeros que van a Madrid por menos de treinta chapas. Una propuesta barata y cómoda, aunque un tanto lenta porque un gran autobús no es un Boeing ni pretende serlo.
Y el anecdotario de Félix Ramírez que está plagado de curiosidades para contar. Como aquél señor que quedó encerrado en su pequeño kiosco sin enterarse del estruendo de la persiana. «Cuando llegué a la calle Arcos, me llamaron de la estación porque un señor se había quedado entro», comenta todavía incrédulo nuestro protagonista. Al menos, para el viajero, la espera no se debió de hacer muy larga. Propuestas de lectura y golosinas no faltaron dentro de su calabozo, aunque quizá el autobús no pudo esperar a que Félix liberara a su súbito prisionero.