Cartas

No existe el túnel del tiempo

Estamos muy apenados y consternados, por el accidente que ha sucedido hace algunos días. Cuantas muertes, cuantas familias que se quedan sin un ser querido, sin el padre, sin un hijo...

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Buscar las causas en estos momentos, para un profano, es muy aventurado, se puede hacer mucho daño, por una ligereza, y sobre esas ligerezas que pueden tener grandes consecuencias es sobre las que quiero pensar en alto.

Esa copa de más, que nos da un optimismo, que hace pensar que hay tiempo de sobra para pasar un semáforo en rojo y que puede ser la causa de un atropello, con las consecuencias de dejar tetraplégico (sin querer) pero tetraplégico, muerto (sin querer) pero muerto...

Esa revisión de coche que se hace apresurada y deja a medio apretar el tornillo de una rueda, que por ese motivo (sin querer) se sale, dando lugar a un accidente de consecuencias insospechadas.

Esa urgencia, que no se atiende con la profundidad debida, y da lugar (sin querer) a un coma irreversible o a la muerte.

Todos estos «sin querer» les puedo poner nombre, quizás quién me lea, puede poner sus propios nombres particulares. Pero lo de menos es el nombre, lo importante es que seamos conscientes de la trascendencia que pueden tener nuestras actuaciones y obremos en consecuencia.

En estos momentos pido a Dios que lleve al cielo a los muertos, que ayude a los que viven y permanecen en este mundo, que consuele a todos y cada uno de los familiares y a todos que seamos responsables en nuestras actuaciones, porque no existe el túnel del tiempo para poder volver atrás y enmendar lo realizado ya.

María Bejarano Jiménez. Cádiz