COLOSALES. Efectivos del Ejército ruso custodian tres misiles de la serie Tópol similares al lanzado ayer por Moscú durante un ensayo de largo alcance. / AFP
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Rusia exhibe su poderío militar

Prueba un cohete de largo alcance capaz de sortear el escudo antimisiles de Washington en plena crisis China se confiesa «inquieta» por el papel de Moscú

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Al Kremlin le gusta recordar de vez en cuando que Rusia sigue siendo la segunda potencia nuclear del mundo, sobre todo cuando se complican sus relaciones con EE UU y Europa. Ahora, en medio de la mayor crisis habida entre Rusia y Occidente desde la desintegración de la URSS y cuando lo que parece aconsejable es la prudencia, Moscú prefiere mostrar sus músculos y amenazar. El Ejército ruso efectuó ayer un disparo de prueba de un misil intercontinental RS-12M Tópol, al que se le atribuye la capacidad de burlar cualquier sistema de defensa antimisiles. El cohete fue lanzado desde el cosmódromo de Plesetsk y tardó menos de media hora en impactar en el blanco, situado en el polígono de Kurá (Kamchatka) a más de 7.000 kilómetros de distancia. El anterior ensayo de un misil del mismo tipo tuvo lugar el pasado mes de diciembre.

Lo chocante es que la demostración de fuerza de ayer coincidía con el momento en el que los jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) -Rusia, China, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán- expresaban en un comunicado, emitido en Dushambé, la capital tayika, su «profunda preocupación por las tensiones surgidas en relación con la crisis en Osetia del Sur». En el texto se hace un llamamiento a las partes para «resolver los problemas existentes mediante un diálogo pacífico, desplegando todos los esfuerzos necesarios a fin de conseguir la reconciliación y la reanudación de conversaciones».

Pocas horas después en Tiflis, el Parlamento georgiano aprobaba por unanimidad una resolución instando al Gobierno del país a romper las relaciones diplomáticas con Rusia. Los legisladores georgianos decidieron también declarar Osetia del Sur y Abjasia «territorios ocupados». El miércoles, el personal de la Embajada de Georgia en Moscú quedó reducido a dos personas.

El presidente ruso, Dmitri Medvédev, no logró ayer en Dushambé convencer a sus aliados orientales para que reconozcan la independencia de las dos provincias rebeldes georgianas. La nota distribuida al final de la reunión hablaba del «papel activo» de Rusia en la zona del Cáucaso, pero, por petición especial de China, se incluyó la mención a la necesidad de «preservar la integridad territorial de los estados».

El portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Qin Gang, había anunciado antes que la independencia de Osetia del Sur y Abjasia es una cuestión que despierta «inquietud» en Pekín, en donde no desean nuevos precedentes que animen a la secesión de Tíbet o Xinjiang. Nadie ayer en la capital tayika, salvo el propio Medvédev, quien apeló a la necesidad de que «Georgia pague por su agresión», dio su aprobación a la campaña militar rusa en suelo georgiano.

El único país que por ahora parece estar dispuesto a secundar a Rusia en su decisión de propiciar la desintegración de un Estado soberano es Bielorrusia. Su embajador en Moscú, Vasili Dolgoliov, dijo ayer que el reconocimiento de la independencia de Osetia del Sur y Abjasia «es cosa de horas». «Lo anunciará en breve el presidente Alexánder Lukashenko», aseguró el diplomático bielorruso.

Recuerdo de Kosovo

El ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, manifestó ayer en Dushambé, en alusión a Kosovo, que «a diferencia de lo que pasa en Occidente, nosotros no obligamos a nadie a reconocer Osetia y Abjasia». Lavrov afirmó que «emisarios» estadounidenses «aleccionaron» sobre la posición que algunos países deberían adoptar ante el reconocimiento de Kosovo. «Nuestra tradición política no nos permite semejantes descaros», añadió.

Por otro lado, el jefe de la diplomacia rusa calificó de «propias de una imaginación enfermiza» las palabras de su homólogo francés, Bernard Kouchner, quien declaró ayer que no es descartable que la UE imponga sanciones a Rusia. Lavrov tachó también de «enfermizo» y «revelador de la confusión existente» los miedos expresados por Kouchner ante la posibilidad de que Rusia lance ataques también contra Ucrania y Moldavia.