Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
EN PANTALLA. Obama tras ser elegido candidato. / AFP
MUNDO

Obama se corona como una estrella

Celebra su nominación con un baño de masas ante 75.000 personas en el aniversario del histórico discurso de Luther King

MERCEDES GALLEGO
Actualizado:

No apareció Bruce Springsteen, como se había divulgado, porque la extravagancia de la coronación de Barack Obama empezaba a cobrar un cariz desproporcionado que amenazaba con explotarle en las manos, pero lo hicieron Bon Jovi, Stevie Wonder y el cantante de los Black Eyed Peas will.i.am, que crease la famosa canción del Yes, we can (Sí, podemos), entre otros. Ante 75.000 personas, en un escenario con forma de coliseo que fabricara el mismo equipo que preparó la última gira de Britney Spears, el senador de 47 años escribió su nombre en la historia en el estadio Invesco Field.

Un 28 de agosto de 1963, día mucho más caluroso que el de ayer en Denver, Martin Luther King había hecho lo propio en las escalinatas del Lincoln Memorial de Washington DC, ante 250.000 personas, donde pronunció el famoso discurso de I have a dream (Tengo un sueño) que espoleó la lucha por los derechos civiles. A su lado se encontraban entonces algunos de los asistentes que 45 años después presenciaron anoche la llegada del primer candidato negro a las puertas de la Casa Blanca. «El doctor King debe estar mirando desde el cielo diciendo ¿Aleluya, Aleluya!», aseguró al diario de la convención uno de esos testigos de la historia, el congresista de Georgia John Lewis. Tenía 23 años aquel día en el que participó en la famosa Marcha, con mayúsculas, que llevó hasta Washington el fin de la segregación racial. Algunos de los que le acompañaban han asegurado estos días que nunca pensaron que llegarían a ver un logro así en sus vidas, pero Lewis era joven y entonces esperaba que a lo largo de la siguiente década sus hermanos de color empezaran a conquistar el poder político. Ni siquiera fue hasta 1968 cuando un negro se sentó por primera vez como delegado en la convención republicana.

La presentación de la primera papeleta birracial que pueden votar los estadounidenses conllevaba una responsabilidad abrumadora para el joven senador de Illinois. Aunque ayer procuró relajarse y empezó el día con un partido de baloncesto, Obama ha pasado meses preparando el discurso con sus asesores. Se dice que como inspiración ha leído tres intervenciones de otros tantos presidentes: el de John F. Kennedy al aceptar su nominación en Los Angeles en 1960 -el único en convocar a las masas para el acto de 50.000 personas-, el de Ronald Reagan en 1980 y el de Bill Clinton en 1992.

Tanta mitología preocupaba ayer a los demócratas. Las características del escenario habían servido rápidamente de munición para los republicanos, que ya se mofaron de Obama a la vuelta de su gira por Europa llamándolo «celebridad del mundo», en un anuncio que lo comparaba con Britney Spears y Paris Hilton. Ayer hablaron de la «Obamacrópolis» desde la que el Dios Obama descendería de los cielos para hablar a los mortales. Justo lo contrario de lo que necesita el candidato demócrata, que conecta más con la élite intelectual que con la clase trabajadora. Por eso tampoco estaba el Boss en la agenda musical. No es el público joven y progresista al que necesita llegar ahora, sino a los republicanos moderados de la América profunda.

En su aparición sorpresiva del miércoles por la noche, cuando ocupó brevemente el escenario del Pepsi Center donde se ha celebrado la convención durante toda la semana, Obama explicó los motivos por los que había pedido el cambio de sede para su discurso. «Al principio de esta campaña teníamos una idea muy simple: el cambio en Estados Unidos no empieza desde arriba, tiene que empezar por abajo, con gente común que hace cosas extraordinarias, así que queríamos abrir esta convención para asegurarnos de que todo el que quiera puede venir a unirse al partido y al esfuerzo de recuperar nuestro país». Con todo, las codiciadas entradas que se habían repartido gratis se cotizaban la víspera en Craiglist por 1.000 dólares (680 euros) cada una.

Biden, el sencillo

Su movimiento de bases no es bien entendido entre la gente sencilla que necesitará en noviembre. Esa conexión descansa en su vicepresidente, Joe Biden, que el miércoles aceptó el cargo con el beneplácito de los Clinton. Le presentó en el escenario su hijo mayor, Beau, de 39 años y a punto de ser destinado a Irak en octubre con la Guardia Nacional. Biden Jr. recordó cómo su padre estuvo a punto de renunciar al cargo de senador cuando su familia sufrió un accidente de tráfico en el que murió su esposa y su hija, además de dejar a los dos niños malheridos. «Yo ni siquiera había cumplido los 4 años. Todo lo que le importábamos éramos nosotros, no el Senado. Delaware puede tener otro senador, pero mis hijos no tienen más padre, decía. Fueron otros grandes hombres a los que la tragedia ha puesto a prueba, como Ted Kennedy, los que le convencieron para que aceptase el cargo».

Ese niño de Scranton (Pensilvania). que todavía sigue siendo según su hijo, cobró vida cuando el flamante vicepresidente de Obama empezó su discurso con lecciones familiares de su infancia. «Mi padre nos decía: campeón, lo que importa no es cuántas veces te caes, sino cuántas te levantas», recordó. «Cuando otros niños se reían de mí por balbucear, mi madre me decía que yo era tan listo que no podía expresar mis pensamientos con la suficiente rapidez. Cuando otros iban mejor vestidos que yo, ella alababa lo guapo que era. Y cuando otros chicos más grandes me pegaban ella me mandaba de vuelta y me exigía que les rompiese la nariz para que pudiera caminar por la calle al día siguiente». Desde las gradas, la anciana de rostro arrugado que aparecía en las pantallas en ese momento, asentía conmovida, murmurando un «es verdad» que se le podía leer en los labios.