Una tarde tediosa por el centro de Jerez. / JUAN CARLOS CORCHADO
Jerez

De la muela a la muela

Lo mejor que tiene este jueves último de agosto son dos cosas. La primera, pues eso precisamente, que es el ültimo; y la segunda, que no hace falta calentarse mucho la sesera para hacer la columna, basta con salir a la calle cinco minutos a media tarde para que te arda la mollera como una olla de puchero.

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Como uno además de flojo es masoquista, lo cual no es contradctorio, he preferido dar un largo paseo de media tarde por una ciudad fantasma y calcinada. Porvera, Larga, Lanceroa Arenal, Caballeros y «Pena, penita, pena/la estatua de la Plazuela». Cuando volvía, después de sortear las obras de San Miguel, me he encontrado con un antiguo vecino de San Pablo, Alvaro Cosano, que me ha contado que con esto de la paternidad ya no tiene ni tiempo ni ganas de gritarle a la chusma desde el balcón de su casa. También me ha contado que esto de la crisis le esta viniendo a los abogados como anillo al dedo -o como dedo al culo, que decían los antiguos-. Después de dejar a Alvaro me he acordado de un viejo chiste que hablaba de un invierno tan frío en Nueva York que se habían dado casos de abogados con las manos en sus propios bolsillos.

Como iba diciendo y caminando, y mientras caía hierro fundido sobre Jerez, llegué hasta la Plaza del Arenal, donde una de las palomas de Alberti se volvió a equivocar y se me cagó encima.

Se equivocó la paloma,

Erró la muy puñetera,

Y me sumió en la zozobra:

¿Ay, coño! ¿Seré Primo de Rivera?

Aparte de la camisa como la acuarela de un niño, la verdad es que la tarde, como todas las de esta semana ha quedado para pocas novedades. La empecé con un flemón y la acabo con una cagada de paloma. Menos mal, y hablando de muelas, que suelo acabar las tardes en el fresquito de la plaza Salvador Allende, en el bar La Muela bajo la amable tutela del camarero Carlos.

En cuanto a asuntos sin importancia, los políticos jerezanos continúan en excedencia perpetua -sin que al pueblo soberano parezca importarle un pimiento-. Ese mismo pueblo soberano que tiene la picha hecha un lío sobre si Jerez es la ciudad del transporte, la ciudad del flamenco, la del caballo, la del vino o la del que no vino. El Xerez ni se compra ni se vende ni todo lo contrario, y a nivel nacional el señor Zapatero amenaza con concluir sus vacaciones.

Como suelo hacer en estos últimos veladores, y mientras el respetable no me lo afee, voy a aderezar esta columna que me ha salido un poco sosa con una receta-soneto, de un libro mio que espero esté en la calle en Otoño, y que lleva por título Mejillones a la inglesa

Las inglesas cuecen sus mejillones/Como lo cuecen todo, mal y pronto./Los cocinan igual, de cualquier modo/Que nos haga inmunes a las tentaciones.

Una vez cocidos de mala manera,/hazlos pure con una picadora,/hasta lograr una pasta asquerosa/que llamaremos pudding a la inglesa.

Si aun no le parece bastante indigesto,/Meta la tarta en curry que es la perla/De la triste cocina del imperio./Que si no lo atiborras de tabasco,/Así es el mejillón de las inglesas:/Insípido, aburrido , en fin, un asco.