EL QUIJOTE. Papelería conocida por todos los vecinos y turistas de Valdelagran que tuvo que echar el cierre el pasado mes de junio. / A. B.
EL PUERTO

«Estamos pagando el no haber parado la máquina a tiempo»

José María y María Luisa, matrimonio que regentaba la papelería 'El Quijote' en Valdelagrana, ha pasado de poseer un negocio rentable y bienes a solicitar mediante octavillas trabajo y ayuda a los vecinos para poder vivir con dignidad

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Veintidós años dedicados a la papelería El Quijote, conocida por todos los vecinos de Valdelagrana. Veintidós años de sudor y esfuerzo que ahora ya no sirven de nada. José María Gutiérrez y María Luisa Domínguez, a sus 63 y 52 años respectivamente, están aruinados.

José María lamenta el día que decidió alquilar el local de al lado para abrir el negocio de hostelería, negocio que le ha causado la quiebra absoluta cuando en 2007 tuvo que vender la casa para hacer frente a los impagos de la seguridad social acumulados. «Pienso que me equivoqué al querer instalar el bar, que se ha llevado los beneficios de toda una vida: casa, coche, piso », comenta, y reconoce que el paso de 68 trabajadores durante dos años hizo que se le descontrolase el pago a la seguridad social. «Es difícil encontrar un camarero que no vaya a comer, beber y robar», asegura para justificar tanta rotación en la plantilla.

Sin paro por ser autónomo, ahora tiene que esperar a estar un año inscrito en el INEM para cobrar una ayuda que irá en función de las cargas familiares. «Estoy pagando caro el no haber parado la máquina para pensar qué pasaría si esto se acababa algún día». Los 365 días al año abriendo la papelería para ofrecer cada mañana el periódico le han pasado factura, hasta el punto de verse obligado a recurrir a la caridad. Entre las últimas medidas emprendidas está el buzoneo por las casas de Valdelagrana, con octavillas en las que la pareja explica su situación de manera resumida y donde se incluye un número de cuenta para que la persona que quiera les haga un donativo (c/c 2100 3986 18 0200044321).

Cuando comenta con alguno de sus antiguos vecinos que ahora viven de la caridad, muchos se asombran. Una colecta por parte de la parroquia de los Padres Mercedarios le ha estado manteniendo durante estos meses. Una vez al mes visitan Cáritas, que le proporciona comida. Por otro lado, recibe una ayuda de emergencia por parte de Bienestar Social con la que paga parte del alquiler. Y por último está la voluntad de las personas que realizan ingresos en su cuenta. Para todos ellos sólo tienen palabras de gratitud.

La vida les ha cambiado mucho. Cambio de casa, cambio de colegios. «La peor parte la están pasando mis hijos», asiente José María, «el cambio de instituto lo han notado muchísimo. Este año lo han suspendido todo, cuando antes no tenían problema».

Pero no se dan por vencidos, aunque sus semblantes esté alicaído. Él sigue echando currículum, está apuntado en el Club de empleo de El Puerto, ha insertado su experiencia laboral en empresas dedicadas a la búsqueda de trabajo , no da la batalla por perdida aunque reciba de respuesta que «no cumple el perfil que estamos buscando».

De manera que su día se resume en levantarse y salir a la calle a buscar trabajo. Lo peor es cuando llega la noche. Las pesadillas y el insomnio se apoderan de él, «la mayoría de los días me despierto a las cuatro de la mañana y ya no consigo pegar ojo». Ha pedido cita con un psicólogo, pero hasta finales de septiembre no podrá verlo.

Está triste, cansado, decepcionado, y más ahora con septiembre a la vuelta de la esquina con tantos recuerdos que vuelven a fluir en su mente. «El año pasado por estas fechas», dice, «estábamos locos con libros de texto amontonados por todos lados, ficheros, maletas ¿era una locura!». Y es que la papelería El Quijote proveía a la mitad de los niños de los colegios de Valdelagrana en los libros escolares. Ya sólo le queda la esperanza, que a veces se rompe y pone en duda su misma existencia. Pero su mujer y sus hijos son motivos suficientes para levantarse y seguir luchando.