Economía estancada
La confirmación de que el PIB español apenas se incrementó una décima en el segundo trimestre del año, un recorte inédito desde 1993, certifica que nuestra economía se ha estancado y que esa parálisis presenta unos perfiles preocupantes que no sólo complican las previsiones de crecimiento del 1,6% corregidas a la baja por el Gobierno, sino que flirtean con la recesión. Las estadísticas dejan constancia, por una parte, de los intensos efectos que está provocando el desplome del sector inmobiliario en la ralentización económica general y en la contracción de las inversiones; y, por otra, de la pérdida de confianza de las familias, lo que está conteniendo fuertemente el consumo interno. La seria advertencia que suponen los datos no se compensa con la óptima evolución del mercado exterior, y sí se ve agravada, en cambio, por los obstáculos para seguir creando empleo y por el decepcionante comportamiento del sector industrial, cuyo retroceso del 2,8% demuestra la imposibilidad de que pueda convertirse a corto plazo en el relevo de la construcción. Las dificultades que han impedido un ajuste ordenado de la actividad inmobiliaria y el peso que sigue representando en el mercado laboral urgen a que el Gobierno agilice la obra pública prevista y ponga en marcha aquellas medidas que puedan aliviar al sector sin sostenerlo artificialmente. Pero es preciso también impulsar los créditos comprometidos para las empresas a fin de tratar de reactivar la inversión y reorientarla hacia el desarrollo tecnológico y el valor añadido.
Actualizado:La convicción reiterada ayer por el presidente Rodríguez Zapatero de que la economía española volverá a repuntar hasta el 3% cuando las circunstancias internacionales lo permitan y su insistencia en subrayar la mayor caída del PIB que sufren otros países europeos son otra muestra más de una reprochable y perjudicial tendencia a trivializar la vulnerabilidad que presenta nuestro modelo de crecimiento. El Ejecutivo afronta el nuevo curso político con la responsabilidad de acertar en las iniciativas diseñadas para reaccionar ante la crisis y obligado, aún más si cabe, a sacar adelante unos Presupuestos que deben poder responder a las exigencias de una coyuntura tan desfavorable. Unas exigencias que también apelan al compromiso del conjunto de la oposición, y singularmente del PP, para no encastillarse en la descripción crítica del frenazo.