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RECIBIMIENTO. Un grupo de georgianos celebra la llegada al puerto de Batumi del buque guardacostas 'Dallas' enviado por EE UU con ayuda humanitaria. / AP
MUNDO

Rusia da un paso hacia la distensión

El Kremlin acepta abandonar las 'zonas de seguridad' que ocupa en Georgia, aunque considera «irreversible» la independencia de Osetia del Sur y Abjasia

RAFAEL M. MAÑUECO
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Ante el chaparrón internacional de críticas por el reconocimiento de la independencia de Osetia del Sur y Abjasia y el mantenimiento de la ocupación de algunas zonas de Georgia, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, trató ayer de dar una imagen conciliadora al asegurar que su Gobierno «está abierto al diálogo» con Occidente y dispuesto a retirar sus tropas de las áreas de seguridad próximas a los dos enclaves separatistas georgianos tan pronto llegue a la región una misión de observadores internacionales.

El «diálogo» al que hizo referencia Lavrov no contempla ninguna rectificación de las medidas adoptadas en los últimos días por Moscú, ya que, señaló, el apoyo a la independencia de Osetia del Sur y Abjasia y la presencia dentro de sus fronteras de fuerzas rusas es algo ya «irreversible». «No vamos a admitir de nadie lecciones de moralidad», advirtió el jefe de la diplomacia rusa en Dushambé, la capital de Tayikistán. Lavrov acompañaba al presidente, Dmitri Medvédev, para asistir a una nueva cumbre de los países miembros de la Organización de Cooperación de Shanghai (SCO).

«Después de reconocer la independencia, ya no existe necesidad de mantener nuestras fuerzas de paz más allá de estas repúblicas», señaló el ministro. Al mismo tiempo, Lavrov exigió que los territorios georgianos fronterizos con esas dos provincias «sean puestos bajo control internacional para evitar nuevas aventuras bélicas por parte de Tiflis».

El máximo responsable diplomático ruso explicó también que el presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili, estampó su firma, no sobre el plan de paz de seis puntos, sino sobre «una carta de Sarkozy», afirmando así que «carece de legitimidad». Lavrov, no obstante, manifestó que Rusia lo respetará en su versión inicial, sin las rectificaciones que introdujo Saakashvili, y, teniendo en cuenta que las discrepancias habidas en relación con el último punto, el referido al estatus y seguridad de las dos regiones, «han perdido relevancia porque ese estatus está ya definido, son independientes, y la seguridad correrá exclusivamente a cargo del Ejército ruso».

El hecho de que Moscú no deja margen alguno para la negociación quedó también constatado tras la conversación telefónica mantenida ayer por Medvédev y la canciller alemana, Angela Merkel. No hubo acercamiento. El presidente ruso insistió en que el reconocimiento de la independencia ha sido «la única forma de preservar la vida de los habitantes de Osetia del Sur y Abjasia».

Modificar las fronteras

En una entrevista concedida al rotativo alemán Bild, Saakashvili sostiene asimismo que «Rusia trata de modificar las fronteras de Europa mediante la violencia. Si la UE deja que esto ocurra, Rusia lo hará de nuevo en el futuro». El presidente georgiano revela también que no podrá asistir a la cumbre extraordinaria de jefes de estado de la UE del lunes por miedo a que Rusia intercepte el espacio aéreo de Georgia y le impida poder regresar a Tiflis.

El Parlamento georgiano debería haber comenzado ayer una discusión sobre la posible ruptura de relaciones diplomáticas con Rusia, pero fue aplazada. Medvédev adelantó que Moscú «no volverá a hablar nunca más con el régimen de Saakashvili». Mientras, Tiflis ha optado por reducir el personal de su Embajada en la capital rusa a sólo dos funcionarios. Medvédev habló con sus colegas de la Organización de Cooperación de Shanghai sobre Abjasia y Osetia del Sur, aunque la cuestión no se incluía en el orden del día. El grupo está constituido por Rusia, China, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán, y no parece muy probable que ninguno de ellos vaya a secundar la iniciativa rusa de reconocer las dos regiones georgianas como Estados independientes. El Asia Central ex soviética es un auténtico mosaico de etnias y los dirigentes de esos países temen que los precedentes de autodeterminación se propaguen. A China le sucede lo mismo en relación con Xinjiang y Tíbet.