«Hillary me ha perdonado, él no»
El veterano gobernador Bill Richardson cambió a Clinton por Obama
Actualizado: GuardarSonaba música cubana y volaban los mojitos en el Rumba Room de la calle Larimer, mientras Bill Richardson, un corpulento gigantón con acento mexicano, repartía besos y apretones de mano entre quienes se pegaban por saludar al gobernador de Nueva México que todo el mundo ve ya de vuelta en la Casa Blanca.
«¿Será el Scretario de Estado de Obama?», disparamos cuatro periodistas españoles que a duras penas nos abríamos paso entre el barullo de la fiesta diurna. «Huy, falta mucho para pensar en eso», respondía el gobernador de 61 años con una sonrisa bonachana, mientras enfila la escalera de caracol. Richardson es el único hispano al que Barack Obama consideró seriamente para vicepresidente. Su nombre sonó poco en la quiniela de los medios, pero el propio candidato demócrata le aseguró personalmente que estaba en la lista de los considerados.
Meses antes, Richardson, que también había aspirado a la candidatura demócrata, había sorprendido a todos al subirse públicamente al carro de Obama con una cariñosa declaración de apoyo. Los Clinton estallaron en cólera. Bill le llamó Judas. Había sido su secretario de Energía, su embajador en la ONU, negociador internacional, vio en su casa la final de la Superbowl y le cortejó activamente para que apoyara la candidatura de su esposa.
-¿Le han perdonado ya los Clinton su supuesta traición?
-¿Hillary sí, pero él todavía no, ja, ja!.
-Los hispanos apoyaron a Hillary en las primarias, ¿cree que votarán a Obama en las generales?
-Sí, la mayoría apoyaron a la senadora Clinton por el historial que tienen ella y su marido con la comunidad hispana, pero a medida que conozcan más a Obama les va a gustar.
-¿Qué opina de la designación de Josep Biden como candidato a la vicepresidencia?
-Es una buena elección, sabe mucho de política exterior, y eso es importante
-¿Era demasiado arriesgado poner a un negro y a un hispano en la misma papeleta electoral?
Bill Richardson arruga la cara, gesticula exageradamente, y luego saca un forzado «Naaa». ¿Habremos traspasado la línea de lo políticamente correcto? No con el campechano gobernador de Nuevo México, al que justo ayer le tocó el turno de subirse al escenario de la convención.