Beatriz Reyes, en un momento de la rueda de prensa. / EFE
tragedia en barajas

«El 20 de agosto volví a nacer»

La superviviente Beatriz Reyes cree que el avión de Spanair no tenía velocidad suficiente para despegar

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«Soy afortunada, el 20 de agosto volví a nacer. De hecho, me han puesto en la planta de Maternidad». Beatriz Reyes Ojeda, canaria de de 41 años, es la primera sobreviviente del MD-82 de Spanair que ofrece en público su testimonio sobre la tragedia. Es la segunda herida que recibe el alta médica.

Reyes salió bien parada de la catástrofe, una fractura en la pierna derecha de la que apenas tendrá como recuerdo una cicatriz. Ayer llegó a su rueda de prensa en silla de ruedas, pero se levantó y sólo mostró una pequeña cojera como única secuela física. Las psicológicas aflorarán con el tiempo.

La mujer regresaba de pasar unos días de vacaciones en Sudáfrica, y voló desde Johannesburgo a Madrid, vía Frankfurt, en un vuelo de Lufthansa.

Directora de zona de Caixa Galicia para Las Palmas, tras el primer intento de despegue llamó a su hermano Carlos, que esperaba en la capital canaria, para informarle de que había algún problema en el avión y que llegaría con retraso.

De la catástrofe en sí, no recuerda mucho. «Me agarré a mi sillón (el 5 D), oí gritos y no recuerdo nada más», relató con aparente tranquilidad, pero sin refrenar las lágrimas que asomaban en sus ojos. Y prosiguió: «Fui consciente de que era un accidente cuando el estómago me subió y me bajó, sentí un golpe y oí gritos, pero nada más».

Antes, «noté que el avión no llevaba mucha velocidad», aunque aclaró que no sabe qué se siente cuando una aeronave pierde potencia, y empezó a preocuparse cuando «giró el ala» del aparato.

Después notó «un golpe fuerte». Tras el choque «me levante», pero «se me nubló la vista». Cuando se recuperó, se hizo un torniquete en su pierna derecha y vio que cerca de ella había dos niños atrapados por los asientos de la nave. Ayudó a los pequeños a liberarse, pero no recuerda mucho de lo que sucedió a continuación. Sólo que uno tenía «carita morena y camiseta roja».

Ese niño podría ser Roberto Álvarez Carretero, que recibió el alta el lunes por la tarde. De todos modos, restó importancia a su comportamiento porque lo que hizo ella «lo hubiera hecho cualquier persona» en las mismas circunstancias.

Tras la llegada de los primeros equipos de emergencia, recuerda que Pablo, un funcionario de Aena, le prestó su teléfono móvil y llamó a su hermano. «Carlos he tenido un accidente, pero estoy bien», transmitió a su anonadado interlocutor. A partir de ahí, la odisea es conocida, llegaron los bomberos, los servicios de emergencia, las ambulancias y el traslado al hospital Princesa Sofía de San Sebastián de los Reyes.

Mejor que en casa

Subrayó que en el centro hospitalario ha tenido un trato «mejor que en mi propia casa». El personal del hospital estaba «todo el día achuchándome y dándome besitos y caricias».

La directora del hospital Infanta Sofía, Carmen Martínez de Pancorbo, intervino para resaltar la entereza y tranquilidad que mostró la superviviente, al extremo de que «al segundo o tercer día ya pidió los periódicos» para informarse sobre el accidente.

Beatriz Reyes admitió tener sensaciones encontradas. «Siento una inmensa alegría porque he vuelto a nacer, y una inmensa tristeza por todo lo que ha pasado. Me gustaría que igual que salí yo, hubieran salido los demás».

También tuvo un recuerdo para sus paisanos canarios muertos, en torno a la treintena. Sus cadáveres, se lamentó, «están llegando» a las islas en féretros transportados por avión, «y yo llego caminando».

Dedicó «un abrazo enorme» a las familias de los fallecidos, y a los que como ella lograron sobrevivir a la catástrofe «quiero transmitirles mi fuerza, mi alma».

Para restar trascendencia al momento, confió en «poder tomar una cañita» algún día con los 18 pasajeros que salvaron la vida.