Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
RAMÓN

Luces y sombras en Pekín DE CÁDIZ

La ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 ofreció a ojos de millones de espectadores un nuevo alarde de imaginación, pólvora y despliegue de medios con que el gran país asiático ha asombrado al mundo durante quince días; en que la maquinaria de la organización ha rozado la excelencia y el fulgurante avance del deporte chino la perfección que le ha permitido arrebatar a los norteamericanos el título de primera potencia olímpica. Sin embargo, China que ha batido el récord de medallas, figurantes y movilización de voluntarios, también ha superado el deplorable récord de expulsiones forzosas, detenciones de activistas y restricciones a los periodistas, imponiendo una férrea censura que ha frustrado las expectativas de que a la apertura deportiva y comercial se hubiera sumado la ansiada apertura política. El jefe del Partido Comunista Chino, Liu Qi, cerraba los Juegos convencido de que «el mundo ha recuperado su confianza en China», lo que no se corresponde con la marcada sensación entre los países democráticos de que el gran país asiático ha incumplido su promesa de asociar los Juegos al respeto a los Derechos Humanos; ensombreciendo un evento deportivo espectacular en las pistas, en el seguimiento televisivo y en la durísima competencia global.

l
Actualizado:

Esa competencia sin fronteras donde cada país, cada cuatro años, incrementa sus presupuestos para promocionar el deporte de élite la ha sufrido España en sus propias carnes comprobando cómo los atrevidos vaticinios sobre un número de medallas superior o igual a Barcelona 92 se han quedado en el camino. La actuación de los deportistas españoles en Pekín ha ofrecido momentos de grandeza y lapsos de decepción dejando un sabor agridulce cuyos culpables, en buena parte, son quienes se lanzaron a situar al deporte español en el G-8 del olimpismo con el arriesgado cálculo de sacar conclusiones generales de éxitos puntuales. Pero en medio de una discreta actuación con instantes sublimes como la medalla de oro de Rafa Nadal o el broche de plata del equipo de baloncesto frente a EE UU, el atletismo ha ofrecido inequívocos síntomas de agotamiento. En un país como el nuestro que ocupa el tercer lugar del mundo en obesidad infantil no es desatinado extraer alguna lección sobre la urgencia de recuperar, en las fases iniciales de la educación, el deporte físico que encamine a los niños hacia las disciplinas básicas de la carrera: el salto y la resistencia, pilares primarios del atletismo. El Comité Olímpico Internacional tiene en la cita de Londres 2012 un cómodo trayecto sin grandes complicaciones, pero la lección de Pekín debería llevarle a considerar que ha llegado el momento de incluir dentro de los grandes valores del olimpismo, un nuevo pilar sustentado en el respeto a los derechos humanos requisito indispensable para cualquier país que aspire a organizar unos Juegos en el futuro.