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Veto a la minifalda para evitar abusos

Quien iba a pesar que una de las causas del crimen organizado y la inseguridad que imperan en el país es una prenda de vestir tan extendida como la minifalda. Al menos así lo consideran la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), que ha prohibido el uso del trapo en sus aulas, y la Archidiócesis de México que recomendó a las jóvenes católicas evitar la «ropa provocativa» para protegerse de agresiones sexuales.

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Lamentablemente, atajar un problema de tal magnitud no es tan sencillo y sería un hito que unos centímetros más de tela lograran mejorar las estadísticas oficiales. Algo que hasta el momento no han conseguido ni las diversas medidas impulsadas por el Gobierno ni tampoco los militares pertrechados con armas de última generación.

Según esta recomendación, sin minifaldas se frenaría la ola de violencia atribuida a grupos mafiosos organizados y que en 2008 ha dejado un balance de más de 2.000 muertes al tiempo que se impediría que el 21,5% de las mexicanas, 10 millones de mujeres según las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sufra la violencia doméstica física, psicológica y sexual. Las cifras no mienten. Sólo en el Estado de México en lo que va de año han muerto 80 mujeres a manos de parejas o familiares, la misma cantidad que en todo 2006.

Invitación a la agresión

El rector de la UAS, Héctor Melesio Cuen Ojeda, está convencido de que las faldas muy cortas son una «invitación» de las mujeres a ser agredidas. Una idea que contó con el visto bueno de multitud de padres. Reconoce que México es un país «machista» pero asegura que se tomó esa decisión tras constatar que la vestimenta fue la causa de actos de violencia registrados en los 36 institutos y 20 escuelas de bachillerato, a las que asisten en esa provincia unos 46.000 alumnos.

La Iglesia católica del país también se sumó a la petición de recato en un texto publicado en la revista Desde la Fe con motivo del Cuarto Encuentro Mundial de las Familias que se celebrará en enero del próximo año.

El sacerdote Sergio Román del Real escribió que «cuando exhibimos nuestro cuerpo sin recato, sin pudor, lo prostituimos porque provocamos en los demás sentimientos hacia nosotros a los que no tienen derecho, a no ser que deseemos ser propiedad pública, es decir, que nos prostituyamos aunque sea mentalmente».