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CURIOSOS. Los vecinos salen a mirar lo que ocurre. / T. SÁNCHEZ
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La Policía es recibida a piedras en la barriada jerezana de El Chicle

Varias unidades acudieron a la calle Z para registrar la vivienda del atracador fallecido, donde hallaron joyas

S. TUBIO
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La operación que arrancaba en la noche del sábado tenía una segunda parte en la barriada jerezana Federico Mayo, popularmente conocida como El Chicle y también señalada por ser uno de los focos de marginalidad y delincuencia del municipio, pese a la lucha que mantienen muchas de sus familias trabajadoras que pelean por dignificar su barrio. En la calle Z vivía el atracador fallecido, Cristóbal Flores, y hasta allí acudieron varias dotaciones de Policía y de la Guardia Civil para realizar un registro en busca de pruebas.

Pero tuvieron trabajo añadido. Cuando la calle fue tomada por los Zodiacos (Unidad de Prevención y Reacción) para dibujar un perímetro de seguridad, desde las ventanas de algunos inmuebles comenzaron a lanzar piedras y otros elementos no sólo contra los agentes sino también contra los periodistas que hacían guardia junto a ellos.

La situación se fue normalizando conforme iban apareciendo más efectivos. En el interior de la vivienda del fallecido, Policía y Guardia Civil trataban de dar con alguna prueba que los vincule directamente con los numerosos delitos que les imputan. Fuentes policiales confirmaron que habían sido requisadas joyas que podían haber sido sustraídas en algunos de los golpes que han perpetrado en las últimas semanas.

El descubrimiento del coche que utilizaron el sábado por la noche ha sido esencial en la investigación, la cual se había complicado por la falta de indicios claros. Sin embargo, explicaron las mismas fuentes consultadas, la confianza que tenían los delincuentes en si mismos les llevó a cometer errores como repetir todos sus golpes siguiendo un mismo patrón o no deshacerse del vehículo que habían empleado en un robo anterior.

Esas primeras pistas se confirmaron tras el ataque sufrido por un equipo de la USECIC hace más de dos semanas en Setenil. Los guardias habían desplegado un control porque se estaba produciendo una oleada de robos por la zona y confiaban que podían dar con los autores. Hasta ese momento no había constancia de que esos delincuentes estuvieran relacionados con los que perpetraron el tiroteo mortal que acabó con la vida de Tamara Leyton. Cuando los delincuentes arremetieron a tiros contra los agentes, tanto Guardia Civil como Policía Nacional comenzaron a encajar piezas: actuaban entre las diez y las tres de la mañana; buscaban poblaciones que celebraran fiestas patronales para asaltar en viviendas ubicadas junto a los recintos feriales donde el ruido les ampararía y siempre en fin de semana.

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