OPINIÓN

Biocarburantes en entredicho

El objetivo de la Unión Europea (UE) es que en 2020 un diez por ciento del combustible utilizado en el transporte provenga de biocarburantes. Esta meta ya ha sido puesta en tela de juicio por numerosos organismos y organizaciones. Hay que recordar que el pasado julio los representantes del G-8 cuestionaron la idoneidad de este horizonte. A estas y otras posiciones se han unido grupos ecologistas que ven en esta nueva forma de explotación del campo, un potencial peligro para la conservación del medio natural.

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La sospecha de que los cultivos energéticos detraigan la producción de alimentos asusta más que el encarecimiento de los combustibles fósiles. El Parlamento Europeo ha pedido que se reduzca dicho objetivo y se sitúe entre el ocho y el diez por ciento, con carácter voluntario, lo que implica un compromiso casi nulo. Por otro lado, el Fondo Monetario Internacional propone que se eliminen las ayudas públicas para los biocarburantes de primera generación, dando prioridad a los de segunda. El problema es que las tecnologías de segunda generación están todavía poco desarrolladas y para su implantación eficaz es necesario consolidar el mercado de primera línea. Al margen de los objetivos concretos, el libre mercado juega su papel. El potencial incremento de superficie cultivada para biocarburantes reduce la oferta alimentaria, influido por el poco transparente efecto especulativo. Esta tendencia genera una subida de precios de alimentos, también en origen; o así debería ser en la mayoría de los casos. De esta manera el productor vuelve a este tipo de cultivos. Una visión simplificada que permitiría mantener precios razonables para los productores y daría mayor estabilidad a la agricultura.

Es necesario el uso del catorce por ciento de la superficie agraria útil para alcanzar el diez por ciento. Un territorio que supera en cuatro puntos la que se puede liberar con la suprimida retirada obligatoria de tierras. Pero este es un caso donde todo el biocarburante se produciría en la UE. En el mercado actual es más que probable que buena parte de esta materia prima se obtenga en estados terceros.