Dos agentes bien avenidos
Detrás del oro olímpico del K2 español en los Juegos de Pekín hay dos decisiones claves. Dos aciertos. El primero de ellos fue juntar en una misma embarcación a dos piragüistas que nunca habían competido juntos y cuyo mayor nexo de unión era ser ambos policías nacionales y compatibilizar el deporte con sus primeras experiencias como servidores del orden público. Tampoco muchas, la verdad, ya que los dos viven volcados en el piragüismo. Pero ya tienen una misión dentro del cuerpo: controlar las pruebas físicas de los aspirantes.
Actualizado:El motivo de montar con Perucho y Craviotto un nuevo barco de K2 no era otro que hacer una prueba e intentar mejorar los resultados de ambos. El gallego estaba sufriendo en el K1. Era su especialidad de siempre, pero en la distancia olímpica -500 metros- no acababa de ser competitivo al máximo nivel.
Después de su segundo puesto en los Mundiales de Gainesville en 2003, no había logrado ningún otro podio. En Atenas, de hecho, no se clasificó para la final. Quedó el 18 y sufrió una tremenda decepción. Su carrera parecía entrar en declive. Cinco años más joven que su compañero, Saúl Craviotto tampoco progresaba. Todos los técnicos ensalzaban sus cualidades, pero en el K4 no parecía tener mucho futuro. El año pasado, en los Mundiales de Duisburgo, él y sus tres compañeros sólo pudieron ser novenos.
Compatibilidad
Una vez juntos, ambos comprobaron que congeniaban en el plano personal y que sus cualidades deportivas se complementaban. Mezclaban a la perfección. La explosividad del gallego necesitaba de la potente cadencia del catalán. Su primera competición juntos corroboró todas las buenas expectativas: subcampeones de Europa, que en este deporte es como decir del mundo.
Aunque parezca mentira, este éxito no les garantizó su presencia en Pekín. Son cosas de la Federación Internacional de Piragüismo y del COI, que sólo permite una pareja de K2 por país en los Juegos. Vaya usted a saber por qué.
El problema radicaba en que otro dúo español de K2, el formado por Javier Hernán y Diego Cosgalla, también se había proclamado subcampeón de Europa, en este caso en la prueba de 1.000 metros. Había, pues, que decidirse por unos u otros sabiendo que la decisión siempre sería injusta y dejaría sin plaza olímpica a dos deportistas que se lo merecían y tenían opciones de medalla. Al final, un tribunal de la Federación Española dictaminó que los elegidos fueran Perucho y Craviotto, que iniciaron una preparación olímpica exhaustiva, primero en Asturias y luego en Sevilla.
Durante tres meses han trabajado sin desmayo. Desayunaban a las ocho y, al cabo de una hora, completaban la primera sesión de entrenamiento, alrededor de 45 minutos. Luego, tras un segundo desayuno, a partir de las once y media, tenían la ración fuerte del día: dos horas. Por la tarde era el turno del gimnasio y de la sesiones de fuerza con peso y de frenadas en el agua. El premio a sus esfuerzos no ha podido ser mayor.