responsabilidades
CALLE PORVERA Resulta curioso cómo los humanos nos afanamos en poner la pelota siempre en el tejado de los otros, y eludir responsabilidades intentando achacar los errores propios a nuestros semejantes. Creo que se puede considerar casi un acto reflejo, el que ante una metedura de pata sean muchos los que no apechuguen con lo que les toca y culpen a los demás de las consecuencias de sus actos.
Actualizado:Aunque no es en absoluto equiparable, me ha llamado la atención el hecho de que los familiares de las víctimas del trágico accidente de Barajas insistan en buscar a los culpables de tan desgraciado suceso. Seguramente el hecho de encontrarlos hará que desaten su frustración contra esas personas, esa compañía o esas instituciones, si partimos de la hipótesis de que efectivamente existen responsables claros.
Algunos expertos han asegurado, sin embargo, que el accidente era prácticamente inevitable y se debió a un cúmulo de circunstancias de las que nadie tiene la culpa. Pero esta versión de los hechos dudo mucho que satisfaga la necesidad de saber de esas personas. Y es que tiene que resultar insoportable el hacerse a la idea de que todo se debió a la mala suerte, y afrontar eso de que «me ha tocado a mí».
Con todo, creo que es imposible ponerse en la piel de los perjudicados, como se hace perfectamente comprensible el hecho de que necesiten una explicación de lo sucedido, por mucho que los argumentos estén cogidos con alfileres. Y lo peor de todo, es que por mucho que se depuren responsabilidades, por mucho que lo ocurrido corresponda a un fallo humano en toda regla, nada ni nadie podra devolver una vida.