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AL NATURAL. Toreo de José Tomás a su segundo al que cortó las dos orejas. / CARLOS MORET
Sociedad

José Tomás reaparece con otro triunfo en Málaga

Pepín Liria se llevó el mejor lote y logró cortar una oreja; ovacionaron a Daniel Luque

ANTONIO ROCHE
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Cuando diez mil gargantas gritan enfervorecidas «¿Torero! ¿Torero! ¿Torero!» es porque alguien les ha puesto de acuerdo. Cuando diez mil personas se dejan una pasta por presenciar la corrida, es porque alguien les interesa.

Faltarían psiquiatras en la tierra para atender esta locura colectiva. Y el culpable de todo ello es un hombre joven -ayer cumplió 33 años, la edad de Jesucristo-, pálido, ojeroso, que quiso regalar a Málaga la pureza de su toreo, la autenticidad, el valor verdadero sin trampa ni cartón.

Cuando en el primer toro de Liria se echó el capote a la espalda para hacerle un quite, provocó primero el run-run, después el silencio profundo y, finalmente, la explosión. Fue su tarjeta de presentación. Luego, en el primero que le correspondió en suerte, toreó por delantal entre puyazo y puyazo, cerrando la seria con una extraordinaria media. Daniel Luque le replicó con un quite por verónicas muy ceñidas.

Manolete, en su vida

Dos pases sin moverse por alto, un cambio de mano y un remate con un pase de pecho con los pies juntos encendieron la caldera. Manolete en honor a este seguidor del torero cordobés, y un Tomás incomensurable con ambas manos, demostrando un valor sereno cuando el toro se paraba en mitad del pase y le ponía los pitones a pocos centímetros de sus muslos. Un recital de trincherillas, a cual mejor, y unas manoletinas pasándole las astas por debajo del sobaquillo. Sembró el delirio en los tendidos, que, de pie, se rendían ante esa torería. Lástima que marró con el acero: un pinchazo ovacionado y una estocada perfecta dejaron el premio en una sola oreja.

El quinto perdió las manos en varios momentos. No sabíamos si estaba cojo o no, pero el presidente, Rafael Porras sacó el pañuelo verde para devolver al de El Pilar. Entró un sobrero de El Torreón, que se coló en los capotes.

Toreo al natural

José Tomás se fue al anillo y brindó a Málaga una faena que poco podían intuir por las condiciones de la red. Con tres toreros trincherazos se sacó el toro fuera y empezó directamente con la izquierda, el pitón potable del toro. Cinco naturales para enmarcarlos, pero en un pase de pecho el toro se le quedó debajo. Pero el de Galapagar no se inmutó y con un toque de muleta le mostró el camino a seguir. Dio seis estatuarios con los pies juntos y sacándole un trozo de muletita. Dejó una estocada en todo lo alto y pareció que en la plaza había nevado.

La pena es que el mejor lote cayera en manos de Pepín Liria, que se despidió ayer como torero de Málaga, aunque vendrá a esta tierra a jugar al golf. Quizás a este torero le vayan mejor los toros con dificultades que los que embisten con nobleza. A su primero le cortó una oreja porque mató de una certera estocada.

El cuarto, el mejor, se le fue al desolladero con las orejas puestas. Alguien del tendido le gritó «¿Qué pena de toro!». Ni la larga cambiada de recibo ni los rodillazos sirvieron para ganarse el beneplácito de la gente. Fue desarmado en dos ocasiones y le engancharon la muleta con bastante frecuencia. Una media tendida y algo baja. Mala suerte la de Daniel Luque, que sustituía a Julio Benítez El Cordobés, porque pechó con el peor lote. Sin embargo, toreó con el capote con un gusto exquisito. Salió del tercio a los medios toreando por verónicas entre los olés de la gente. El toro no tenía transmisión. El chaval optó por el arrimón final como prueba de su voluntad.

La esperanza en el sexto se esfumó rápidamente porque todos se dieron cuenta de las aviesas condiciones de la red. Luque porfió con un toro que no tenía nada. Bueno, sí, peligro, porque el burel le lanzaba gañafones y por el pitón derecho lo buscaba para darle la cornada. Pundonor y vergüenza torera de este diestro de 18 años, que ha dejado una estupenda tarjeta de presentación en Málaga. Mató de dos pinchazos, una estocada defectuosa y un descabello, siendo ovacionado.