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Una belleza encampanada
Nos detenemos en la espadaña de San Marcos y observamos cuando cae la tarde cómo se recorta, hermosa, en el cielo jerezano
Actualizado: GuardarTambién el verano es un tiempo adecuado para embelesarse con algunos rincones jerezanos. Rincones que recortan en el cielo cuando cae la tarde o que se despiertan impetuosos cuando el sol se abre paso. Hoy nos quedamos con uno de los más bellos. Se trata de la espadaña que desde el siglo XVIII presume engallada sobre el templo de San Marcos. Lástima que ya, el cura Carlos, no mandará más hacer tocar las campanas de San Marcos cuando llegue la hora de la misa. Recuerdo in memoriam para un jerezano de los buenos -como fue don Carlos González García Mier- que será recordado por muchos.
Fue en 1774 cuando se concluyó esta joya de altos vuelos. Es obra del arquitecto Juan de la Barba y es de triple vano. Coronada por un gran frontón, una de sus características más interesantes es que dicho frontón está partido en dos grandes roleos que lo flanquean a ambos lados. El remate final viene de la mano de una veleta fina que se pierde en la altura.
El día de la Virgen de la Paz, como titular de la cofradía de La Cena, las tres campanas suenan con toda la fuerza que pueden. Se trata del día 24 de enero, donde los cultos se inician en honor de esta histórica imagen vinculada a la collación de San Marcos.
Por otro lado, algunos miembros de la hermandad del Lunes Santo comentan que «se suele vestir toda la espadaña con paños blancos de brocado en la festividad del Corpus, que es otra de nuestras grandes fechas a lo largo del año».
La espadaña de San Marcos es una de las joyas arquitectónicas más bellas de la ciudad. Una vecina un tanto desconocida. Para eso tenemos esta sección, para que aquellos que ocupan un segundo lugar, por un día, recobren el debido protagonismo.
Merece la pena observarla. La plaza del Clavo es un buen sitio para hacerlo.