El último emperador reparte plata
Llaneras se despide del ciclismo con otra medalla y pese a haber entrenado sólo dos días con Tauler
Actualizado: GuardarArriba, casi en el techo del velódromo, el marcador habla del oro de los argentinos Curuchet y Walter Pérez en la prueba de 'madison', la americana. Acaban de ganarlo. Abajo, en la pista, los otros participantes se olvidan de eso y rodean a Joan Llaneras. Pero no por medalla de plata. Le saludan y abrazan. Alguno se inclina. No es la medalla. Es respeto. «Por encima de todo, me quedo con eso», agradece el mallorquín, pareja ayer de Toni Tauler y subcampeón olímpico de 'madison'. Su segundo logro en Pekín. El cuarto de su biografía olímpica: dos oros y dos platas. El domingo, en la prueba de puntuación, creó una obra maestra. Ayer, en la tarde de su adiós como ciclista, construyó una leyenda: el día que Llaneras ganó casi solo una prueba por parejas. Portentoso. Y por fin dejó que sus arrugas abandonaran ese gesto serio y sirvieran para sostener su inmensa sonrisa. La del último emperador de la pista.
Hubo otro. Aquí, en Pekín. Se llamó Pu Yi, subió al trono a los tres años y tuvo trato de dios para cientos de millones de súbditos. Fue el último. Le atropelló la revolución. Y acabó ejerciciendo su divinidad como jardinero en el Parque Botánico de la capital china. Nació dios y terminó en el abono. Llaneras ha seguido el camino inverso. De las timbas dominicales en los velódromos de pueblo mallorquines al Olimpo de la pista pequinesa. A Pu Yi se lo dieron todo al nacer. A Llaneras, nada. Al revés, se lo quitaron. Tenía una pareja estable para la 'madison', su amigo Gálvez. El que murió en el velódromo de Gante. Probó con Alzamora, pero no era lo mismo. Encontró a Torrent, y sí. Compenetrados. Pero en junio, Torrent se partió el fémur en una caída. Otra vez a buscar pareja. Y con los Juegos encima.
Hace menos de un mes llamó a Tauler, un rodador, un ex ciclista del Kelme y el Islas Baleares. Campeón de España de contrarreloj. Pero sin maña en esa disciplina extraña que es la americana: 200 vueltas al velódromo, con sprint cada veinte giros (5, 3, 2 y 1 puntos). Y, sobre todo, con relevos cada par de vueltas. La carrera solidaria. A empujar al compañero. Ayer, en la pista estaba Cavendish, el de las cuatro etapas en el Tour, acompañado por Wiggins, el oro en persecución. Y la pareja suiza, Marvulli y Rissi, reyes de la noche en las pruebas de Seis Días. Llaneras, sin Gálvez, se había quedado manco. Con Tauler, corrió cojo. Así pasaron las cien primeras vueltas. A rebufo. Ahorrando fuerzas. Sin que se notara que arrastraba la otra pierna.
Tauler hizo lo que pudo. Su misión era escuchar. «¿Cómo vas?», le preguntaba a cada nada Llaneras. Vaya. Ni uno ni otro son veloces. Su lentitud les obliga a ser más fuertes para ganar: tienen que doblar al resto. Coger vuelta. Sólo entonces los puntos no cuentan. A falta de 120 bucles, Argentina se hizo con una vuelta de ventaja. Fácil. Sin gasto. Eso les dio luego el oro. Nadie tiró a por ellos. En cambio, Gran Bretaña y Rusia (Ignatiev-Markov) se lanzaron a por Llaneras en cuanto le vieron asomar. Y ni así. Solo contra todos. A 85 vueltas para el final, el mallorquín apareció. «Ahora toca sufrir», le dijo a Tauler, que resopló. Llaneras, la espalda plana, al ataque. Tieso. Incombustible y con 39 años. Apenas habían entrenado juntos un par de días. Era imposible.
«Joan es 'lo más'»
Costó más de veinte vueltas doblar al resto. «Entré en crisis», reconoce Tauler, que perdía rueda. Llaneras tapaba el hueco. Una y otra vez. Para cuando Tauler recobró el aliento, España ya estaba tercera. Sin casi puntos, pero con una vuelta ganada. Por orden: Argentina, Rusia y Llaneras-Tauler, los únicos con un giro de más. Las tres medallas. Por eso, el doble campeón se colocó al frente. Tirar hasta el final. Por dos. Para que Bélgica, cargada de puntos, no les atrapara. Así ató el bronce. Y en esa situación, con Tauler echando humo, dio un paso más. De plata.
«Joan es 'lo más' del deporte español. Decir que es un 'crack' se queda corto», elogió Tauler. A él no le quedaba ni aire ni duda: «El mérito de esta medalla es de Joan». Y no fue de bronce, sino de plata porque él quiso. Tras 198 vueltas cojo, a rastras con Tauler, calcinó los pedales en los dos giros finales. La grada en pie. Impuso que el último sprint fuera una tortura. A ver quién remonta. Sólo dos lo consiguieron, Francia y Dinamarca. Llaneras entró el tercero y arañó dos puntos, los justos para pasar a Rusia, para la plata. Y levantó un brazo, consciente de la talla de su logro. Como todos allí, ciclistas y público. El oro argentino estaba arriba, en los dígitos del marcador electrónico. Abajo, los súbditos de la pista se acercaron a tocar al último emperador. Todopoderoso en el velódromo: capaz de ganar solo un torneo de dobles. Su gesta final quedará para la historia.