DECEPCIÓN. Iker Casillas se lamenta tras encajar uno de los tres tantos. / AP
SUPERCOPA DE ESPAÑA

Dos goles de Van Nistelrooy mantienen con vida al Real Madrid

El Valencia de Emery fue mucho mejor y, con tres goles en una magnífica segunda parte, sacó los colores a una zaga de Schuster sin tres de sus titulares

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La vida sigue igual, que diría un madridista clásico como Julio Iglesias. El extraordinario olfato goleador de Van Nistelrooy y alguna intervención de Casillas permitieron a un Real Madrid vulgar, pésimo atrás, salir vivo de Mestalla. Perdió cerca del final pero la derrota se antoja corta ante un Valencia de Emery con más continuidad aunque todavía con esos desajustes típicos del club que estrena entrenador tras una etapa convulsa, repleta de turbulencias.

Garantizó Ramón Calderón que Robinho seguirá en el Madrid, que la plantilla está cerrada. Y Schuster lo ratificó al alinearlo como titular. Tras amenazar con rebelarse si no se marchaba al Chelsea y reconsiderar su postura, el brasileño fue un lastre en Mestalla. Ninguna movilidad y apenas alguna frivolidad a destiempo.

En el fútbol hay principios que no cambian y uno es Casillas, de nuevo clave. Sí, porque el Valencia comenzó en plan mandón y el portero desvió enseguida un disparo peligroso de Villa y un envenenado centro de Moretti. Que el Madrid tiene pegada tampoco es noticia. Lo demostró a la primera que tuvo. Gran pase de De la Red, estupendo control de Van Nistelrooy y certero derechazo seco y cruzado del holandés que superó a Hildebrand, indeciso en sus movimientos. Fue lo mejor de un Madrid muy timorato, dominado por un Valencia correcto pero sin remate en el primer tiempo.

Reacción 'che'

Emery debió arengar a los suyos en el descanso, sobre todo a Joaquín, Mata, Silva y Villa. Este póquer de ataque poseía armas para destruir a Salgado y Torres, también a un nervioso Javi García, pero no las mostraba. Con el apoyo de Iker y de Diarra, casi un central más, la defensa se salvó en la primera parte. Pero mostró su inmensa debilidad en la reanudación.

En tres minutos, en un visto y no visto, los goles de Mata, de gran derechazo, y Villa, adelantándose de cabeza a un Casillas descolocado, le sacaron los colores. Schuster no se lo pensó y señaló a Salgado. Le mandó al banquillo. Y también a Robinho. Entró Robben y revolucionó la banda izquierda.

En uno de sus chispazos, preludió el empate de Van Nistelrooy, certero al empalmar desde el punto de penalti. Pese al buen resultado, el técnico alemán demostró que no se casa con nadie y quitó después a un desaparecido Raúl. El tanto final de Vicente, tras aprovecharse de la enésima indecisión de los visitantes, sólo hizo algo de justicia.