Las aficiones disfrutaron juntas de la fiesta. / V. L.
Ciudadanos

Las barbacoas dejan 62.000 kilos de basura y brasas en las playas

La presencia de miles de rezagados complicó los trabajos de limpieza, que sufrieron un retraso de una hora respecto a la previsión inicial, las seis de la mañana

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Son las 6.00 de la mañana en la playa de La Victoria. Un mar formado por miles de personas sobre la arena continúa la fiesta de las barbacoas, tras la final del Trofeo Carranza. Sobre la arena quedan más de 62.000 kilos de basura, según reconocerá seis horas más tarde, el teniente alcalde, Juan Ortiz. Pero aún son las seis de madrugada. Y los megáfonos del Ayuntamiento comienzan a dar los «buenos días» a una multitud más preocupada por acabar de exprimir la juerga nocturna que por abandonar el lugar. «Buenos días», insiste el altavoz. «Se recuerda a los presentes que a partir de este momento comienza el plan Playa Limpia. Se ruega que desalojen la arena para que pueda comenzar los trabajos de limpieza», remacha el altavoz. Sin embargo, los más rezagados de las cerca de cien mil personas que habían pasado la noche en la playa se resistían a marcharse.

Además, las de ayer fueron las barbacoas más concentradas de la historia de la celebración. Por primera vez, el Consistorio acotó casi un kilómetro de litoral urbano, que quedó a salvo de las brasas. Se excluyó un importante tramo de la playa de La Victoria (no así de la céntrica playa de La Caleta). También quedaron fuera las playas de Santa María y Cortadura, que sí participaron otros años.

De este modo, los 3,6 kilómetros de costa quedaron reducidos a 2,4. Nada menos que un kilómetro y 200 metros de litoral menos para la reunión. Conclusión: hubo que apretarse.

A las 6.30 el dispositivo de limpieza -200 trabajadores contratados- que debía comenzar su labor a las seis, sigue esperando. La playa está a rebosar de gente, de plena celebración.

No obstante, la arena parece que empieza a vaciarse, aunque con cuentagotas. Las caras de sueño y de cansancio tras horas de juerga -hay quien lleva más de 12- dominan entre los presentes. Y aún son centenares los grupos que, a pesar del frío y la humedad, resisten estoicos. La cantidad de basura que les rodea es ingente.

No obstante, la inmundicia parece seguir una aparente organización. Y son mayoría los desperdicios acumulados en bolsas de basura (amontonadas, eso sí, sin orden) que los restos desperdigados sobre la arena. «Hemos ido tirando todo en una gran bolsa», decía Samara, una peluquera de 23 años, que llegó desde Sevilla para la ocasión, junto con una docena de amigos. «Sin embargo, tampoco han faltado quienes han volcado la basura directamente en la playa», lamentaba a su lado Miriam, de 22 años.

Mientras las jóvenes hablan, en la playa siguen toneladas de objetos abandonados. Son de lo más dispar: desde sombrillas destrozadas, colchonetas, banderas piratas e incluso algún simpático flotador con forma de animal (como un delfín, que ahora tienen más bien un aspecto desolador). Además, hay mares de vasos, botellas de plástico y cristal de todos los tamaños. No hay, sin embargo, rastro de grandes enseres domésticos -como sillones- que sí aparecían otros años. «Buenos días. Se recuerda que a partir de este momento...», repite por enésima vez el altavoz.

El reloj marca las 6.40. Agentes de Policía Local (39), Cuerpo Nacional de Policía (19) y guardias civiles (24) patrullan la costa. Tratan de disuadir a quienes se resisten a abandonar el lugar. El dispositivo lo completan 14 voluntarios de Protección Civil. Finalmente, una cadena humana de agentes baten a pie la playa. Y levantan a los últimos rezagados.

Son las 7.00 cuando desaparece el último joven. La luna, llena, sigue dominado el oscuro cielo sobre el mar. Al fin, las cuadrillas de limpieza consiguen entrar en la arena. Una hora después de lo previsto. Se trata de hacer una recogida a mano, que acabará -sin separación- en el punto limpio.

Pero el retraso pasa factura. Y a las 8.00 la cantidad de restos que aún queda en la playa imposibilita la entrada prevista de los vehículos motorizados de limpieza. Una hora después, el grueso de la basura queda amontonado en las bolsas. Y a las 10.00 se da por terminado el dispositivo de limpieza, sin que los vehículos hayan podido entrar.

Dudas de continuidad

Dos horas después, ya a medio medía, el teniente alcalde, José Ortiz comparece junto con el delegado de Playas, Santiago Posadas, y la concejal de Medio Ambiente, Paloma Bordóns, en el mismo lugar ante la prensa.

Ortiz destaca que el operativo «ha funcionado, sin lamentar incidencias de calado». Pero también pone en entredicho la continuación de la festividad. «Ya se verá en su momento, si se prohíbe o no» la celebración en futuras ediciones, concluye ante las preguntas de los periodistas.

Por su parte, Posadas asegura que los análisis que estudian el impacto de las barbacoas en la playa «estarán listos como muy tarde en octubre». La semana pasada Posadas minimizaba sus efectos negativos. «La diferencia de la arena (tras las barbacoas) es similar a la que hay entre un martes y un domingo cualquiera», dijo. Una afirmación con la que no todos están de acuerdo. «La playa sufre y mucho, y no será hasta dentro de una semana cuando empiece a recuperarse», señalaba un encargado de la limpieza.

esanmartin@lavozdigital.es