Ceguera perpetua
El último comunicado de ETA refleja el intento de los terroristas de volver a hacerse presentes en medio del acorralamiento policial y judicial que soportan, plasmado en la reciente desarticulación del complejo Vizcaya. Para ello han recurrido de nuevo a la coacción impresa y a un delirante lenguaje exculpatorio a fin de cerrar filas en torno a una violencia capaz aún de hacer daño, pero cada vez más debilitada. El pronunciamiento de la banda etarra no deja ni un resquicio de duda sobre cuáles siguen siendo sus intenciones, que no son otras que las que proseguir con los atentados contra una legalidad que tilda de «extranjera» obviando que es la misma que viene respaldando la inmensa mayoría de los vascos y la única que ampara sus derechos como ciudadanos.
Actualizado: GuardarPerpetuados en sus ciegas ensoñaciones, los terroristas se permiten endosar a las fuerzas de seguridad las consecuencias del artefacto colocado contra las instalaciones de EL CORREO en Zamudio, en un ejercicio de escapismo particularmente despreciable cuando toda la responsabilidad corresponde de modo exclusivo, como si fuera preciso recordarlo, a quienes hicieron estallar la bomba amenazando la vida y la seguridad de 50 trabajadores.
Junto a ello, ETA trata de justificar con argumentos igualmente disparatados los tres atentados perpetrados contra empresas vinculadas a las obras del Tren de Alta Velocidad. Su bárbaro menosprecio reitera la amenaza contra una infraestructura esencial que debería llevar a quienes discrepan del trazado, especialmente dentro del propio Gobierno vasco, a modular el cariz de su oposición al mismo. Una vez más, el fanatismo etarra interpela al conjunto de la sociedad a sentirse concernida por la intimidación que los terroristas pretenden ejercer sobre los legítimos representantes de la ciudadanía, sobre aquellos que garantizan la libertad de expresión frente a la mordaza de la violencia y sobre los empresarios que coadyuvan al desarrollo de Euskadi sobreponiéndose a la sombra coactiva de quienes atentan y matan. En este sentido, las renuencias del Ejecutivo de Ibarretxe a admitir que el proyecto de la Alta Velocidad se ha convertido en objetivo prioritario para ETA suponen un lamentable desistimiento en la imprescindible deslegitimación política y social que exige el final definitivo de la banda terrorista.