Otegi se abraza a un compañero a la salida de la cárcel de Soto del Real en 2006. / REUTERS
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Otegi, libertad a la espera de juicio

Arnaldo Otegi ha iniciado la cuenta atrás de su excarcelación. El 30 de agosto, saldrá de la cárcel donostiarra de Martutene tras cumplir 15 meses entre rejas por homenajear en 2003 a José Miguel Beñarán Ordeñana, Argala, el jefe militar de ETA asesinado en 1978 por grupos parapoliciales.

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Sin embargo, y a diferencia de lo ocurrido con Iñaki de Juana, la liberación de Otegi es sólo temporal, porque tiene cuentas pendientes, y muchas, con la justicia. El portavoz de Batasuna, que ingresó en prisión el 8 de junio de 2007, sólo dos días después de que ETA rompiese la tregua en la que él fue negociador, ha cumplido su condena, pero mientras empaqueta sus pertenencias no podrá olvidar que tiene otras cuatro citas con el banquillo en un plazo que quizás no sea superior a un año.

El principal referente público de la izquierda abertzale desde 1997 será juzgado en la Audiencia Nacional, posiblemente en 2009, junto a otros 39 integrantes de las distintas mesas nacionales que dirigieron Batasuna desde 1979 hasta 2006. Todos están acusados de formar parte de ETA y de liderar, bajo las órdenes y directrices de la banda terrorista, su frente institucional, ilegalizado en 2003 por el Tribunal Supremo. La intención de la Fiscalía es reclamar al tribunal que condene a Otegi a la máxima pena para este delito, 14 años de cárcel como dirigente de ETA.

Mientras Otegi espera a que le citen para este macrojuicio es posible que tenga que ocupar el banquillo de la Audiencia Nacional en otras dos ocasiones. Dos juzgados del tribunal central ultiman sendas causas contra él por enaltecimiento del terrorismo, cuyas vistas orales se podría celebrar en los próximos meses y en las que la acusación también pediría penas de varios años de cárcel.

El ex portavoz de Batasuna será juzgado por enaltecer en un acto a José María Sagarduy, el preso de ETA que lleva más tiempo encarcelado, y por su participación, junto a otros líderes del partido ilegal, en el mitin de Anoeta de noviembre de 2004. Fue el primer gran acto público del partido tras su proscripción. Otegi y el resto de líderes que lo protagonizaron están acusados de enaltecimiento, reunión ilegal y desobediencia grave al Supremo. En el cuarto juicio, si no lo remedia alguna sorpresa de última hora, compartirá banquillo con otros tres miembros de Batasuna, con el lehendakari Juan José Ibarretxe, y con los socialistas vascos Patxi López y Rodolfo Ares. El tribunal superior vasco les juzgará por desobediencia al Supremo, por las reuniones que mantuvieron en la primavera de 2006, tras el inicio del alto el fuego de ETA.

La salida de la cárcel de Otegi es una incógnita. No sólo porque es difícil saber por cuánto tiempo continuará en libertad sino también porque nadie se atreve a asegurar el papel político que puede jugar o, incluso, si jugará alguno. El recluso, que aprovechó su tranquila estancia en Martutene para leer y mejorar su inglés, apenas ha tenido visitas significativas y, con las organizaciones del entorno de ETA en franca crisis, el movimiento que exigía su excarcelación se marchitó en pocos días. Algunos conocedores de la izquierda abertzale le consideran «quemado», ya que sus tesis proclives a abrir un proceso definitivo de fin de la violencia han sido desautorizadas en las dos últimas treguas por la propia banda y su posterior acatamiento de la vuelta a los atentados han minado la credibilidad de su liderazgo.