
EE UU abusa de España 82 119
Amedrenta a un rival acomplejado por la soberbia exhibición defensiva y su inusual paciencia para atacar la zona planteada por Aito
Actualizado: GuardarAl país se sentó frente al televisor para disfrutar del choque más esperado hasta la fecha, pero no hubo tal. Una contienda requiere dos rivales de armas más o menos parejas. Si uno va al frente con misiles y el otro se presenta con un tirachinas de fabricación casera, el duelo degenera en pantomima. Desgraciadamente la que se vio ayer en Pekín, donde Estados Unidos abusó de España. El altanero grupo que maneja Mike Krzyzewski se tomó la cita como una cuestión de honor. Con 37 puntos arriba a falta de dos minutos, seguía metiendo manos como un boxeador sediento de sangre.
USA se ha propuesto recuperar el cetro internacional que ha alquilado los últimos años por desidia y mala cabeza. Nada mejor, creen sus jugadores, que noquear sin piedad alguna a la campeona del mundo con siete hombres de la NBA entre los que han estado, los que siguen y los que van a llegar. El equipo norteamericano había ganado por veintitrés a dos rivales, sometido por 31 a China y acaba de meterle 119 a una España acomplejada frente a su jerarquía insultante. Sólo Felipe Reyes, notable y valiente, se expresó a gusto y como es frente a la insolencia -deportiva y de la otra- de quienes se autoproclaman monarcas del universo.
Monólogo
Ayer lo fueron en la cancha, sin duda alguna. Se podría escribir la crónica entera sin apenas una referencia a la selección española. Todo cuanto hay que contar lo protagonizó Estados Unidos, autor de un partido formidable. A su depredadora exhibición defensiva sumó una paciencia inusual para atacar la zona 2-3 de Aíto. Recurrió al truco de toda la vida porque la eficacia puede con el vicio de las modas. Colocó a un hombre en el poste alto, donde clarea el espacio entre el dúo delantero y el trío de zagueros, para obrar como poste repetidor. Y desde allí, tirito de cuatro metros o calma para abrir la pelota a las alas y buscar con un pase de más los huecos que, indefectiblemente, acababa encontrando.
El partido, lo que se dice partido, duró ocho minutos (15-23). Lo que quisieron dos jóvenes aleros que responden, si es que les place, cuando se les llama 'eh, LeBron' o 'eh, Carmelo'. El primero, de apellido James, juega al baloncesto como podría andar compitiendo por las medallas en los 100 metros, el salto de longitud, la altura o la halterofilia. Poderío físico desmesurado. Pero, vaya casualidad, ayer también le dio por meter de fuera. Como a su compañero de generación Anthony. Entre ambos, y a fuerza de acertar tiros exteriores, labraron la renta que amputó el presunto duelo. Estados Unidos se presentaba ante España con un 30% en triples y tenía que ser ayer cuando lanzase a canasta como los mismísimos lituanos. De hecho, sólo alineó a su único tirador puro, Michael Redd, en el minuto 28 y con un marcador sin aristas, de terminaciones redondas (60-80).
Teoría contra el muro
España se había propuesto casi todo el primer cuarto recordar la teoría. Hacía bien en cerrar el quinteto en torno a su aro y en atravesar pronto el medio campo con el fin de plantear la batalla de ajedrez en el 'cinco contra cinco'. Pero ahí estrelló la carrocería con el muro defensivo americano, hecho de pura voracidad, sin clemencia alguna y tan eterno como son cuarenta minutos de baloncesto. El grupo estadounidense rentabilizó en transiciones certeras y veloces el aluvión de balones recuperados por deseo, voluntad y los brazos extensibles del inspector Gadget. Antes del minuto 10, USA ya había transformado en cinco canastas sus siete robos y España acabó el encuentro con veintiocho posesiones cedidas al contrario.