«Todo ha sido perfecto»
El grupo de jóvenes al que LA VOZ acampañó en la preparación de la barbacoa disfruta un año más de la fiesta más popular entre arena, mar y pinchitos
Actualizado:Por fin llegó el día D y la hora H. El grupo de Fran, Leo, Dani y Jesús, al que LA VOZ acompaña en la celebración de las tradicionales barbacoas. se dispone a emprender su particular día de fiesta.
La jornada comienza a la una de la tarde. Si en un principio habían quedado en acudir a la playa a partir de las tres, el plan tuvo que ser modificado. «Me acerqué al módulo uno y vi que ya estaba bastante lleno, así que llamé al resto y decidimos ir antes y quedarnos a comer», comenta Dani.
Sobre las tres la playa ya estaba abarrotada de gente que delimitaba el terreno con todo tipo de objetos: chanclas, palas de playa, sombrillas, quitavientos, toldos..., con el fin de sortear la prohibición de hacer parcelas y asegurar su espacio y el del grupo que todavía faltaba por llegar.
A las cuatro toca el primer cambio de turno. Dani, Carlos y Leo abandonan la playa y ceden su sitio a Christian, Nene y Ripoll.
A las nueve unos pocos se dirigen hasta la casa de Jesús con su coche para ir a recoger la comida. Otros se encargan de ir a comprar el hielo y el resto empieza a llegar poco a poco. Cada uno cargado con una mochila, la toalla, una sudadera y el resto de útiles necesarios para pasar toda noche en la playa. Falta muy poco para comenzar.
¿Ya empieza!
La barbacoa se inaugura a las 11 de la noche. Los estómagos rugen en su interior pidiendo la esperada ingesta de carne. También empiezan a repartirse los primeros vasos de tinto y latas de cerveza fría, «muy fría, que es como está más buena», comenta Fran.
Una vez encendido el carbón, todos esperan impacientes alrededor del fuego. Música, humo, comida y diversión: ese es el ambiente reinante en la zona del módulo uno de la Victoria. El resto de la playa también está inmersa en la gran fiesta del Trofeo Carranza. «Nos encanta que haya tanta gente, cuanto más mejor, así podemos hacer nuevas amistades», coinciden todos. Además aseguran que están muy concienciados con el tema de la contaminación de la arena; por eso han colocado varias bolsas de basura para poder depositar los desperdicios a lo largo de la noche. «Intentaremos separar los envases y los plásticos de los restos de comida», afirma Sofía, una de las niñas que acababa de llegar. A las 12, todavía quedaba mucha noche por delante. Era la hora de dar paseos por la playa, cantar carnavales, tocar la guitarra y seguir comiendo y bebiendo hasta la saciedad, eso sí, «acompañados de tus amigos y amigas de siempre y disfrutando de la mejor fiesta que tiene Cádiz en verano». La juerga siguió hasta el amanecer.
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