Fondos transparentes
El último informe del Tribunal de Cuentas sobre los ingresos y gastos de las formaciones políticas, correspondiente a 2005, refleja el notable endeudamiento que arrastran las mismas, la relevancia millonaria de las donaciones anónimas que reciben y los elevados costes de su funcionamiento interno. Unos déficits que la Ley de Financiación de los partidos aprobada el pasado año pretende corregir, particularmente en lo que se refiere a la reducción en la opacidad de unas cuentas que si bien son gestionadas privadamente, requieren de un control público y transparente al estar vinculadas a las organizaciones que sustentan la democracia participativa. El dictamen constata que el PSOE elevó su endeudamiento bancario en el citado año hasta los 62,3 millones de euros, cuadriplicando el del PP; la principal fuerza de la oposición recibió, a su vez, donaciones privadas por valor de tres millones de euros, el triple que los socialistas. Unos datos que, cruzados con los de otras formaciones, apuntan a fórmulas de financiación comunes y no siempre definidas por la claridad que cabe exigir a quienes han de regirse por la búsqueda del interés social.
Actualizado: GuardarLa nueva legislación establece mecanismos más rigurosos para garantizar la transparencia sobre el origen de los fondos y la administración de los mismos, aunque como contrapartida se permite a los partidos incrementar hasta un 20% las subvenciones públicas y privadas que perciben. No se trataría sólo de acotar la canalización de capitales de origen desconocido hacia la tesorería de las formaciones políticas, sino también de fiscalizar los flujos provenientes del entramado público que durante años han saneado las cuentas electorales de los partidos. A la espera de verificar los efectos concretos de la reforma legal, los partidos no parecen dispuestos a renunciar a seguir aumentando sus gastos aun cuando no se acredite su utilidad social. La mayor parte del presupuesto partidario continúa consumiéndose en actividades propagandísticas o en la renovación de las propias estructuras internas, con una nítida orientación de los esfuerzos hacia la liza electoral. Pero las distintas formaciones no deberían obviar que su existencia se justifica por su imprescindible contribución a la Democracia, la cual deben asegurar propiciando la participación real de los ciudadanos.