Farruquito no llenó la Plaza de Toros de Jerez

Rondaban las diez y media de la noche cuando la Plaza de Toros de Jerez se oscureció para que solamente quedara iluminado el escenario y apareciera Juan Manuel Fernández Montoya, Farruquito.

El coso jerezano vivió anoche los momentos previos al espectáculo con relativa expectación mientras buscaba acomodo entre los tendidos. El público, de todas las edades, no fue excesivamente numeroso, aunque la organización aseguraba que había vendido las 4.000 entradas que había puesto a la venta. El aspecto que mostraba el recinto, en cualquier caso, no era ni mucho menos el de haber colgado el cartel de no hay billetes.

Sea como fuere, tras su aparición sobre las tablas, el bailaor fue desgranando las diferentes piezas de su espectáculo: abandolaos, seguriyas, alegrías, tangos y soleá para terminar, hora y media después, con la alabanza titulada La fe en el amor. Con este nuevo montaje, tal y como confirmó el propio artista en la presentación de la función, Farruquito vuelve a los orígenes más puros del flamenco, esos que le han granjeado el reconocimiento como uno de los bailaores más completos del momento. Puro fusiona los palos más significativos del arte jondo con los elementos naturales: el agua, la tierra y el fuego.

El sevillano que, además de bailaor único del espectáculo es el responsable de la dirección, la música, las letras y la coreografía, estuvo acompañado en el escenario por las voces de Juan José Amador, Antonio Zúñiga, El Rubio de la Pruna o Mara Rey, entre otros. Además de las guitarras de Antonio Rey, Juan Requena y Román Vicenti, Bernardo Parrilla (violín), Jaime Calabuch (piano) e Isidoro Suárez (percusión) completaron la parte musical. La narración fue de Manuel Molina.

vmontero@lavozdigital.es