Del Bosque rejuvenece aún más la selección con la mirada puesta en Sudáfrica

Con las incorporaciones inesperadas de Amorebieta e Iraola, y las ya cantadas de Capel y Bojan, Vicente del Bosque se desnudó desde su primera lista como seleccionador absoluto. Mostró sus principios: no se fija en el carné de identidad sino en el momento de forma, es partidario de inyectar sangre nueva, sin renunciar en ningún momento a la base campeona de Europa, y siente un feeling especial con los clubes que, como el Athletic, potencian la cantera.

De los reyes de Europa se caen Marchena y Cesc Fábregas, por lesión, Arbeloa y Sergio García, por cuestiones técnicas, y Palop, porque no se requieren tres porteros. España conquistó la Eurocopa con el segundo equipo más joven del torneo y una media de edad de apenas 25 años, merced a la renovación fraguada por Aragonés, pero Del Bosque rejuvenece aún más el equipo con la mirada en el Mundial de Sudáfrica. El amistoso del miércoles en Dinamarca es un aperitivo con trampa. El triunfo resulta intrascendente y una derrota supondría acabar con una increíble racha de 22 partidos sin perder, desde la chirigota ante Rumanía, en Cádiz, en 2006.

«Analizo el rendimiento, no la edad. Siempre se necesitan estímulos», reflexiona Del Bosque . Como en su exitosa etapa al frente del Madrid, responde sin crispación. No elude cuestión alguna. «Nadie tiene las puertas cerradas», enfatizó al salir, cómo no, el recurrente tema de Raúl y Guti.

Del Bosque ha vuelto los ojos hacia el Athletic, hacia Lezama, clásico vivero para la selección que vivió la Eurocopa desde la distancia. Luis no apostó por los jugadores vascos, excepto Xabi Alonso, pero su sustituto regresa a los cánones clásicos. Quiere ver en acción a Amorebieta, a quien definió como «un central zurdo que completó una magnífica temporada, tiene buena presencia, es rápido y ha progresado mucho». De Iraola dice que «es un lateral con muchos partidos en Primera, calidad y buena capacidad de asociación». Y también piensa en Jesús Navas para el futuro.