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DESOLACIÓN. Dos hombres caminan por las ruinas de unos apartamentos bombardeados en la ciudad georgiana de Gori. / AP
MUNDO

Rusia cede y ordena un alto el fuego La multitud se echa a las calles de Tiflis

Moscú acepta el plan de paz de la Unión Europea, que incluye una mediación internacional, aunque sus tropas continúan en Georgia

RAFAEL M. MAÑUECO M. AYESTARÁN
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Después de seis días de sangrientos enfrentamientos y de evidente derrota de las tropas georgianas, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, logró ayer en Moscú detener la escalada de violencia y modificar la peligrosa tendencia que estaban adquiriendo los acontecimientos. Lo hizo mediante un acuerdo con su homólogo ruso, Dmitri Medvédev, que beneficia a Moscú y que deberá ser ahora presentado al primer mandatario georgiano, Mijaíl Saakashvili.

El documento contiene seis puntos: la renuncia al uso de la fuerza por ambas partes, el cese inmediato y definitivo de todas las acciones militares, el libre acceso a la ayuda humanitaria en la zona de conflicto, el regreso de las Fuerzas Armadas de Georgia a sus acuartelamientos, la retirada de las tropas rusas a las líneas que mantenían antes de que estallase el conflicto y la puesta en marcha de un debate internacional sobre el futuro estatus de Osetia del Sur y Abjasia.

«Hemos acordado respetar la soberanía de Georgia», dijo Sarkozy. Sin embargo, Medvédev puntualizó que «las fuerzas de paz rusas seguirán cumpliendo sus funciones en el Cáucaso, son un factor clave de seguridad, así ha sido y así será». Poco antes de la llegada del líder francés a la capital rusa, el jefe del Kremlin había anunciado ya un alto el fuego señalando que «se ha alcanzado el objetivo y el enemigo ha sido castigado».

Medvédev puso en ese momento dos condiciones: que el Ejército georgiano sea parcialmente desmilitarizado y que Tiflis se comprometa a no volver a emplear la fuerza contra las dos provincias separatistas. La reunión con Sarkozy duró más de lo previsto y en algunos momentos se incorporó a las conversaciones el primer ministro, Vladímir Putin. El resultado final fueron las seis condiciones que deberá aceptar ahora Tiflis.

El ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, lanzó una amenaza que humilla a Georgia y, por tanto, va a obstaculizar más que ayudar a que el plan sea aceptado por Saakashvili. «Si Tiflis lo rechaza, nos veremos obligados a adoptar otras medidas para impedir que se repita la situación que surgió como consecuencia de la agresión georgiana», alertó Lavrov. El jefe de la diplomacia rusa añadió que «debe hacerse todo lo necesario para que las unidades militares georgianas no estén presentes ni en las zonas de conflicto ni tampoco en aquellas zonas de Georgia desde las que pueda abrir fuego contra Osetia del Sur». Sin embargo, los rusos sí mantendrán sus «fuerzas de paz» en la zona, lo que deja virtualmente sin validez el punto cinco del acuerdo.

Contingente de paz

El último punto no resuelve qué contingente compondrá las fuerzas de paz y permite que, hasta que eso se decida, Rusia, que ha demostrado ser parte interesada en el conflicto, cumpla esa misión. El mando militar ruso ha advertido de que el alto el fuego no significa que finalicen completamente las operaciones en el Cáucaso. El ejército moscovita, según el Estado Mayor, realizará misiones de otro tipo, como explorar el terreno y actuar si los georgianos retoman los combates.

Otra cuestión que dificultará el arreglo es el empeño de Rusia en que Saakashvili comparezca ante un tribunal por «crímenes de guerra». Lavrov dijo que «los crímenes cometidos por el régimen de Tiflis en Osetia del Sur merecen ser investigados por tribunales internacionales». El ministro de Exteriores ruso aseguró que su país no volverá a hablar con el actual presidente georgiano y aconsejó a Occidente disuadirle para que dimita.

Antes del anuncio del cese de las hostilidades, la aviación rusa bombardeó Gori, en Georgia, causando al menos cinco muertos, entre ellos dos periodistas. Al mismo tiempo, los separatistas de Abjasia, con la ayuda de paracaidistas rusos, lanzaron una operación para recuperar el desfiladero de Kodori, la única parte del enclave en manos del Ejército georgiano. La operación terminó con éxito al final del día. Cientos de miles de personas se echaron ayer a las calles de Tiflis en una extraña manifestación mezcla de alegría por el fin de los bombardeos y, sobre todo, rabia por la severa derrota sufrida a manos del Ejército ruso. La ciudad, vacía y asustada durante cinco días, volvió a sentir la presencia de un pueblo que sigue con el miedo metido en el cuerpo, un miedo infinito al vecino ruso que esta vez se ha quedado a las puertas de Tiflis aunque ha pasado a dominar Osetia del Sur y Abjasia.

Banderas de la Unión Europea, Francia, Estados Unidos, carteles con la imagen de Vladimir Putin con la cara cruzada por una esvástica y el epígrafe 'Adolf Putin', lemas como '¿fuera los rusos!' y una sensación total de abandono, de estar absolutamente a expensas de Moscú Éste es el resultado final de esta guerra que algunos ya han bautizado como 'la guerra de los cinco días'.