FLEXIBILIDAD. Una vecina practica una de las posturas que más flexibilidad exige. / CRISTÓBAL
Jerez

Energía positiva en la plaza de Guadalcacín

Vecinas de la pedanía se reúnen a diario para mejorar su salud física y mental con la práctica del yoga

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«Si quieres, puedes». Con este lema, numerosas mujeres de Guadalcacín empiezan el día con energía practicando su actividad favorita, el yoga. Son amas de casa, vecinas y, sobre todo, amigas que se reúnen al amanecer en la plaza del pueblo para purificar cuerpo y mente.

Todo comenzó hace ya once años, cuando a una vecina especializada en todo lo relativo al yoga se le ocurrió la idea de impartir clases de esta disciplina a unas amigas, con el fin de mejorar tanto su condición física como mental. Y así, poco a poco, empezaron a sumarse cada vez más personas a esta iniciativa.

Tras cuatro años, esta maestra tuvo que marcharse, pasando el relevo a una de sus alumnas aventajadas que fue bien recibida por el resto como la nueva monitora, que un curso después ya podía considerarse toda una experta en la materia.

Este grupo de mujeres, en el que todas superan el medio siglo de vida, se sienten, según sus propias palabras, «como unas jovencitas de 20 años». Cuentan que muchas son personas que han padecido algún tipo de dolencia física y que vieron en el yoga un sano remedio a sus males. Otras, simplemente por ocio, decidieron probar «de qué iba esto». El caso es que, independientemente de la motivación personal de cada una, estas mujeres ahora ven la vida de otro color y ninguna de ellas piensa dejar la práctica del yoga.

Pero con esta disciplina no sólo vieron paliadas sus dolencias, sino que también les ha aportado una energía y un modo de ver la vida que antes no tenían. Y es que, según explica la monitora, «con esta experiencia nos enriquecemos mutuamente cada día».

A falta de playa

Así, cada mañana la plaza de Guadalcacín se empapa de la energía positiva que emana de estas mujeres y que se dispersa entre los viandantes que por allí pasan, en ocasiones atraídos por la curiosidad que les provoca este vistoso paisaje mañanero. La elección de llevar a cabo las clases en la plaza ha estado motivada por «la falta de una playa donde poder practicar deporte al aire libre», según comentan ellas, por lo que decidieron que este lugar sería la mejor sitio para disfrutar del yoga durante el verano. Así, cada mañana y cada tarde, antes y después de que apriete el calor, liberan toda la tensión y se cargan de energía positiva.

Son unas 40 mujeres, mujeres como Rosario Díaz, a la que le detectaron artritis hace unos años y que vio en el yoga una posible solución a este mal. Confiesa que no puede dejarlo, ya que «el día que no lo practico lo noto muchísimo, me duele todo el cuerpo y no tengo apenas energía para hacer las cosas. Es algo necesario para mí».

La madre de Nati, la monitora, también participa en esta iniciativa. Para esta mujer, de 75 años y que antes iba en silla de ruedas, ha sido «como un milagro» que la ha hecho rejuvenecer unos años de golpe.

Según cuenta Nati, «el yoga hay que creérselo; si te lo crees, es capaz de solucionarlo todo». Se dan casos como el de Manuela, natural de Galicia, que fue a vivir a Guadalcacín hace cuatro años y que, desde que se enteró de esta iniciativa, no ha faltado a una sola clase. Acabó así con su insomnio después de muchos años.

Lo que queda claro al ver a estas mujeres es que el yoga enamora, y que quien lo prueba no lo deja jamás. Gracias a él todas tienen una energía que les permiten afrontar todas las situaciones del día a día y tomarse la vida con una filosofía especial . Ellas saben mejor que nadie, en definitiva, qué significa eso de mens sana in corpore sano.