Cultura

Alegrías con sal (y pimienta)

Sois lo mejor de Cádiz, porque viendo la oferta, habéis preferido esto». Ni mejor ni peor. Diferente. Como el propio Chico Ocaña, que con un bagaje de veinte años de profesión, ha construido, «palito a palito», ese estilo tan particular y característico, el archinombrado flamenco billy, y a pesar de los eventos con los que coincida (algunos gratis), consigue reunir un buen número de incondicionales. Un cuarto de millar aproximadamente el pasado sábado en el Baluarte.

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«Me ha llamado Miguel Bosé para decirme que espere a que termine su concierto, que quiere venir a verme. Yo le he dicho que aquí hay gente a la que no voy hacer esperar». Así, con cincuenta minutos de retraso, abrió el espectáculo. Después, el cante: Arena en el reloj, seguido del emotivo CCC (Cáncer, Carretera y Corazón), dedicado a una sobrina que pereció en un accidente de tráfico, Marbella la bella, Mentiras de verdad, Pez de acuario, El Chiringuito, «una bulería por soleá o soleá por bulería», según se mire, Alegrías sin sal, Vía Verde, tema estrenado en primicia, Esquina rincón, De calle, Efervescente y Con los 30 metros («a los que tienen hipoteca lo siento mucho»). El pequeño de los Ocaña (de los Ocaña de San Roque), estuvo en todo momento muy bien arropado por su banda, a los que reconoció como corresponsables de su último trabajo; «Este disco no hubiera sido posible sin Chemi López a la guitarra, Sergi al bajo, Johny a la percusión, y Antonio El Remendao a la guitarra rítmica».

Doce temas, un repertorio que, aunque resulte suficiente para tratar la actualidad del último año en su peculiar periódico cantado llamado Canciones de mesacamilla, se queda corto en los recitales, de modo que las ganas del respetable de seguir disfrutando de ese estilo flamenco tan personal del exlider de los Mártires del Compas, le obliga a repetir temas en los bises. Consciente de ello, Chico trata de ralentizar el concierto con numerosos monólogos improvisados intercalados entre las canciones, como siempre, sin cortarse un pelo, y que añade una peculiaridad más a las actuaciones de este gaditano afincado en Sevilla.

Y así, entre rumbas, sevillanas, bulerías y alegrías, al estilo billy por supuesto, como papel de fumar, se quemó un inolvidable ratito en la noche gaditana. «Ha sido un placer. Lo más parecido a follar. De verdad», se despidió.