ORGULLOSOS. En Huerta del Rey, Turpión y Vandregisilo, entre otros, presumen de sus nombres excepcionales. / EFE
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Hola, Don Canuto

Un pueblo de Burgos organiza el primer encuentro de personas con nombres tan raros como Filadelfio o Onesiforo

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Ni los reyes godos tenían nombres tan extraños como los que adornan a los vecinos de Huerta del Rey, municipio de 1.200 habitantes de la provincia de Burgos que ha organizado este fin de semana el primer Encuentro Internacional de Nombres Raros . Sindulfo, Onesiforo, Hermógenes, Marciana, Canuto, Ninfodoro, Yerónides, Filadelfio, Especioso, Firmo, Ebodio, Turpión, Ercilio, Vandregisilo, Gundena, Bársaba, Olimpio, Así se llaman algunos habitantes de esta localidad que pretende inscribirse en el libro Guinness con el récord de nombres de pila que no figuren entre los 100 más habituales del Instituto Nacional de Estadística.

El origen de esta rareza generalizada se remonta a finales del siglo XIX, cuando el secretario municipal, Adolfo Moral, decidió tirar del santoral para bautizar a los recién nacidos para evitar coincidencias a la hora de repartir el correo, porque en aquellos años casi todos los paisanos de esta villa se llamaban igual. Y el calendario abrió una variedad tan amplia como insólita, para el disfrute de algunos y la penitencia de quienes arrastran en su DNI tales patronímicos.

'Especiales'

El concejal de Cultura del Ayuntamiento de Huerta del Rey explicó el sentimiento de los vecinos. Ercilio -no podía tener un nombre común el responsable de Cultura- rehúsa el adjetivo raro y prefiere que se les considere, simplemente, especiales. «No sólo es hacerte a ello cuando el nombre no entra dentro de lo que la sociedad considera normal; la verdad es que te toca pechar con el nombre». El edil burgalés añadió que hace más de cien años estos nombres no escandalizaban a nadie y, por tanto, los vecinos aceptaban el destino que les dejaba la pila del bautismo con naturalidad.

La iniciativa del Ayuntamiento servirá para que todos los «raros» se conozcan y a partir de este encuentro puedan mantener amistad. Aunque cualquier persona con nombres más habituales -José, Pedro, Enrique, Juan, Pedro, Carlos- ,puede imaginar cómo puede ser una presentación entre personas con dichos nombres propios: «Hola, soy Ebodio y ¿tú?». Lejos de las risas es probable que su interlocutor se consuele pensando que su denominación no es tan extravagante: «Yo me llamo Sindulfo», contesta aliviado. Lo que está claro es que los nombres están, cuando menos, en desuso, aunque en este pueblo de la provincia de Burgos estén aceptados con total normalidad y sirvan para que el cartero nunca se confunda de buzón.